Paolo y Francesca

Ingres trabajó en el cambio del siglo XVIII al XIX y vivió la fascinación por el amor cortés y la historia. Fue aprendiz de Louis David en París, donde escuchó las primeras discusiones sobre el estilo moderno en la pintura: unas a favor de la belleza neoclásica y otras por la Francia y la Europa medievales. La pasión historicista de su entorno fue alimentada por traducciones de La Comedia de Dante Alighieri, que contribuyeron a la celebridad de la tragedia de Paolo y Francesca.
En 1814, Caroline Murat, hermana de Napoleón Bonaparte, encargó a Ingres una obra con este tópico florentino (hoy en el Museo Condé, Chantilly, Francia). En 1819 hizo una segunda versión, en la que sobresalen unos interiores más acuciosos, que exhibe el Museo de Bellas Artes de Angers. Entre 1845 y 1846, realizó esta bella versión que perteneció al retratista Léon Bonnat.
Una traducción de La Comedia, por Félicité Lamennais, y el estreno teatral de Francesca da Rimini, de Silvio Pellico, convergieron en la segunda oleada dantesca durante la cual Ingres pintó esta obra. Según la historiadora Alexandra Murphy, el lienzo de Museo Soumaya es el último cuadro del artista sobre este tema. A fines de la década de 1850, observa, el pintor varió el balance entre las figuras y el fondo y la prominencia dada al inminente asesinato, dando un énfasis mayor al fatídico beso.
Dos versiones más de los amantes se encuentran en Nueva York, una en la Colección Hyde. El lienzo fue subastado hacia 1954 por Roland, Browse & Delbanco, y continuó en colecciones privadas, como la de los señores Halliday y el corporativo Harare & Johns. En 1983, al menos seis de los lienzos de Ingres con este tema –incluido el de la colección mexicana– fueron expuestos en el Museo de Arte Kimbell, en Texas, EE.UU. Llegó a Museo Soumaya en 2007 y es una de las versiones de mayor dulzura en los rostros de la pareja, además de la notable integridad de color, signo de la paleta de Ingres.