Esta obra forma parte de una serie donde el hilo conductor es la memoria emotiva. En el caso de Para vivir un gran amor, la escultura es una mesa doméstica de tamaño pequeño, para una o dos personas, a la que le falta una de sus patas y a cambio, está sostenida por un libro, una hipérbole de esos papelitos ordinarios que ponemos abajo de las mesas para darles estabilidad. /Se me hizo imposible leer el libro que me regaló el mismo día que me dejó. Se me hizo imposible tirarlo, su nombre escondía una especie de conjuro que no conozco “para viver um grande amor”. De haberlo leído, es muy probable que no me hubiera gustado, pero lo conservé en mi biblioteca a lo largo de estos años, de vez en cuando lo sacaba de su estante para verlo, es un objeto muy bonito. No sé si hubiera aprendido a amar a partir de su lectura, pero lo prefiero así, ayudando para algo más. Una prótesis con memoria, no es eterna, pero por ahora (nos) sostiene./