Uno de los más famosos autores de la Escuela veneciana, Tiziano Vecellio, es también para muchos el más grande retratista del siglo XVI. Hacia la segunda década de ese siglo, el pintor ostenta ya un estilo maduro y su quehacer se centrará, sobre todo, en los temas mitológico, cristiano y alegórico; asimismo, el retrato ocupó un lugar importante en su producción.
En el Posible retrato de Jan van Haanen, conocido en italiano como Giovanni D’Anna, vemos cómo a partir de una reducida gama de tonalidades, el artista muestra su dominio magistral del color. Claudio Strinati considera probable que el modelo sea un famoso mercader de Flandes, que residió en Venecia en ese tiempo. Jan van Haanen fue uno de los clientes más importantes de Tiziano, quien incluso le encargó un Ecce Homo mencionado por Vasari. Alfonso Pérez Sánchez establece, por su parte, paralelos estilísticos con otros retratos de la década de 1550, como Doble retrato de un padre y su hijo (1552) y el de Ludovico Becarelli (1552).
Este retrato es una representación sobria. La mirada se concentra en la cara y las manos del personaje, que corresponden a las partes más iluminadas del lienzo. Los cuadros que hizo Tiziano en este género acreditaron el decisivo triunfo del color y la luz en la Escuela veneciana. En palabras del emérito Pérez Sanchez, con el paso del tiempo la corriente «neoveneciana» se redescubre y asume a Tiziano y a los más líricos maestros del mundo de la laguna como componentes fundamentales de una pintura nueva, donde la luz y el color, en toda su vibración atmosférica se integran en una única unidad expresiva.
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