Hoy sabemos que los artistas viajeros que trabajaron en México durante el siglo XIX fluctuaron entre el extremo poético-idealista del espíritu romántico, y el afán científico de documentación requerido por el horizonte de comprensión positivista. Estos pintores, con su mirada y los productos de ella, que incluyeron aspectos etnográficos, políticos, simbólicos y de la vida cotidiana, motivaron en sus contemporáneos americanos el gusto por la pintura de paisaje.
Jean-Frédéric von Waldeck, pintor y anticuario, vivió en México de 1826 a 1837. En 1838 publica Voyage pittoresque et archéologique dans la province d’ Yucatan pendant les années 1834 et 1836, y en 1866 Monuments anciens du Mexique, Palenque, et autres ruines de l’ancienne civilisation. Son conocidos sus dibujos de la cultura maya pero, sin lugar a dudas, una de las obras más importantes por técnica y contenido es Reconstrucción ideal de una ceremonia prehispánica.
En ella observamos como primer asunto un sacrificio, en el que nuestro paisaje –ponderado en la representación del cielo y los volcanes–, se hará presente en una escena cargada de color y fantasía: una especie de demostración de habilidades guerreras de los antiguos mexicanos. El exceso de sangre, las construcciones majestuosas con reminiscencias egipcias y los trajes vistosos son motivos que, inequívocamente, el autor quiso destacar. La obra corresponde a una verdadera «reconstrucción ideal» que habría de configurar el imaginario sobre el pasado prehispánico, dentro de y allende nuestras fronteras.