La pintura no es sólo mirar o contemplar, la pintura es vivir, y vivir en toda su plenitud. Pintar es un esfuerzo intelectual, afectivo, reflexivo y sensorial, donde el pintor nos muestra descarnadamente su intimidad y sus reflexiones vitales, pero el pintor, a veces, nos invita a que seamos nosotros mismos, los espectadores, quienes le acompañemos en ese camino, en esa búsqueda. Unas veces nos hace pensar, otras veces nos hace sentir, y otras veces nos hace protagonistas y parte de la obra, nos introduce, junto con las formas, las texturas, los colores y la luz, en la pintura como parte de la misma. Belén Puyo hace todo esto en la serie Reflejos, nos invita a su mundo más íntimo y oculto, nos convierte en protagonistas de su obra, pues sin el reflejo no hay obra y cada reflejo será distinto, nos enfrenta a elegantes y sutiles paisajes, nos abre ventanas sin luz para que encontremos nuestra propia claridad, nos propone que reflexionemos sobre el espacio y el tiempo contenidos en líneas y formas limpias y precisas, nos enseña como desde la coherencia, la sobriedad, la honestidad, la preocupación y la reflexión evoluciona una obra que nace sobre un papel para terminar siendo un espejo en el que nos reflejamos y una metáfora de nuestro tiempo donde el protagonista se traslada al espectador.Jesús María Ramírez