Retrato del capitán de Granaderos don Manuel de Solar Campero y su familia

Trozo de eternidad, la contemplación de un ser amado o admirado es en sí misma, un gozo para el alma, escribió Soumaya Slim Domit. El retrato fue el género por excelencia del tradicional Siglo de las Luces, que trascendió a la modernidad del México independiente.
Los esquemas de polígono, cruz, hombre, edificio o árbol han sido las más populares figuras simbólicas, todas ellas permitieron a los artistas explicar con mucha claridad los grados consanguíneos, la afinidad y los lazos entre cónyuges. Según el historiador de arte español Javier Martínez de Aguirre, desde la iconografía medieval existen tres tipos principales: el teórico, el vertical y el devocional. Para poder dar cuenta de los vínculos familiares se utilizaron dos esquemas más: a partir de la propia cruz, aunque en modalidad escalonada, y el otro, con su origen en la Edad Media, fue el árbol.
El retrato de la familia del capitán de Granaderos está inscrito en la tradición genealógica medieval. Los padres, fundadores del linaje, asientan la base. De su pecho surgen ramas que florecieron en cuatro hijas. En este retrato no aparecen las primeras niñas del matrimonio, que fallecieron con anterioridad. De Concepción y María de la Soledad existen registros de bautizo en 1787 y 1800. Su ausencia en el retrato es clave de la alta mortandad infantil de la época.
Es una huella plástica de la primera familia del capitán Solar Campero antes del fallecimiento de Josefa Magro en fecha aún desconocida. El capitán contrajo segundas nupcias con María Josefa de los Reyes González Mimiaga el 29 de abril de 1810.
En promedio el luto que un viudo guardaba era de un año, así es que la fecha de su segunda boda nos aproxima al día del deceso de la primera esposa.