Nuestra tradición presidencialista se plasma en leyes que determinan que el presidente de la república personifica a la nación. Saludar al presidente es como saludar a la nación.
Para la celebración del primer centenario de la independencia, el presidente Leguía vistió de gala a la capital e invitó a gobernantes y personalidades del mundo entero. Los viajes por entonces se hacían en barco y duraban semanas, por lo que no vinieron los monarcas o gobernantes personalmente, sino que enviaron a embajadores o a distinguidas celebridades. Francia estuvo representada por el general Charles Mangin, héroe de la Primera Guerra Mundial. En la obra puede reconocerse también, hacia la izquierda de Leguía, al héroe peruano de la guerra del Pacífico, Andrés Cáceres, que en ese momento tenía 87 años.
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