La composición y el estilo de este bodegón son muy similares a los de otras obras firmadas y fechadas por Roepel entre 1720 y 1726, en las que la fruta aparece colocada en disposición piramidal sobre un plinto o una losa de piedra en un nicho. Los trazos precisos y minuciosos, la coloración elegante con matices variados, en la que predominan los tonos fríos, y la luz, que ilumina la escena desde la esquina superior izquierda, son características de este artista. En el bodegón se representan calabazas, membrillos, higos, cerezas, ciruelas, melocotones, trigo, espelta y uvas.
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