Esta obra forma parte de las Series Longitudinales, que comencé en 2020 y continúo explorando en distintos soportes, como pinturas, dibujos y textiles. Me serví del fenómeno físico de capilaridad dejando que el líquido trepara por la tela. Mi parte, mirar. Cada 8 h, 50 h, una semana. El líquido sube hasta un punto donde no puede más, el color, más pesado, se rinde. El agua en cambio deja una un horizonte húmedo, que después se lava y desaparece. Nada se mueve en la tela cuando se termina el baño, pero la percepción engaña y la imagen crece, de abajo hacia arriba hermosamente contra la gravedad. Los pliegues repetidos se desplazan hacia los costados, como un paisaje que pasa muy rápido, donde uno es ese punto relativo para que las cosas sigan su curso. Silencio y ritmo. Me gustaría que alguien pudiera escucharlo. Quería controlar la ascensión sin hacer nada, disminuir la variación, mirar de reojo. Sin embargo, cada resultado ofrece una imagen no programada. No es posible controlarlo todo.