Tanto la vida en la Alhambra y Generalife como su paisaje han sido objeto de creaciones artísticas desde su construcción. Así lo demuestran las innumerables composiciones literarias, musicales, escultóricas y pictóricas de todos los tiempos. Si nos centramos en estas últimas, se considera que fue la década de los 70 del siglo XIX, cuando el orientalismo estaba de moda en la sociedad burguesa capitalista europea, encontraron una fuente de inspiración para sus creaciones en el último reino musulmán en la península ibérica.
Mariano Fortuny quedó fascinado por la luz, el agua y la arquitectura desarrollada por los nazaríes en la Alhambra y el Generalife. Contagiado por las visión idílica y el exotismo de la cultura nazarí, se hizo eco de las leyendas que a su alrededor corrían de boca en boca. Una de ellas era la de los Abencerrajes cuyo episodio final plasmó en su lienzo. La matanza de los Abencerrajes.
Siendo Muḥammad VIII menor de edad y apodado “el Pequeño”, fue nombrado sultán del Reino de Granada. Para evitar que por su corta edad fuera derrocado, sus partidarios encarcelaron en Salobreña a quien después, en 1419, fuera sultán con el nombre de Muḥammad IX tras ser liberado por los Abencerrajes, una familia procedente del norte de África, que ocuparon los puestos de poder más relevantes.
En 1427 se produjo una sublevación por los altos impuestos que el pueblo pagaba para tributar a Castilla y vuelve a entronizar a Muḥammad VIII.
En 1429 vuelve a la escena Muḥammad IX ayudado por Juan II de Castilla. Desembarcó en Vera procedente de Túnez, en donde se había refugiado, y un año después, 1430, ayudado nuevamente por los Abencerrajes, entra en la Alhambra y derroca a Muḥammad VIII a quien manda encarcelar en donde ya estuvo él, en Salobreña. Este, su segundo reinado, duró sólo un año ya que Juan II de Castilla decidió en 1431 derrocar al sultán del Reino de Granada.
Los logros militares del rey castellano hicieron que los legitimistas nazaríes pensaran en que volviese Muḥammad VIII para derrocar a Muḥammad IX y retomar el poder. Éste último, ayudado por los Abencerrajes, mandó asesinar a Muḥammad VIII en la prisión de Salobreña. Los legitimistas nombraron sultán a Yūsuf IV, quien ofreció vasallaje a Juan II. Hubo que esperar varios años de escaramuzas y batallas perdidas por las tropas nazaríes (la más importante fue la de la Higueruela) comandadas por Muḥammad X, sobrino de Muḥammad IX, para que, finalmente, Yūsuf IV, ayudado por los castellanos, entrase en la Alhambra como sultán. Muḥammad IX se retiró con su tesoro a Almería y después a Málaga. Duró tan sólo un año como sultán.
En 1432 Muḥammad IX, ayudado por su sobrino Muḥammad X, apodado “el Cojo”, destrona a Yūsuf IV. Tiene lugar su tercer mandato como sultán del Reino de Granada.
Muḥammad X, “el Cojo”, depone a su tío del trono en 1445. Al no contar con el apoyo de los Abencerrajes, pierde el poder en apenas un año de su nombramiento como sultán.
Le sucedió Yūsuf V. Fue apoyado por los Abencerrajes y, sobre todo, por Álvaro de Luna, hombre fuerte de Castilla. Permaneció en el trono un año ya que, por su ineptitud y el despotismo de los Abencerrajes, se produjo la sublevación del pueblo granadino.
Volvió al poder Muḥammad X en su segundo reinado (1446-1447), pero su tío Muḥammad IX volvió a destronarlo, accediendo al sultanato por cuarta vez permaneciendo en él hasta 1453, siendo depuesto por Muḥammad XI, “el Chiquito”.
La leyenda cuenta que la Sala de los Abencerrajes del Palacio de los Leones fue el escenario del asesinato de una treintena de caballeros de esta familia norteafricana, si bien es confusa acerca del nombre del sultán que mandara decapitarlos. Unos dicen que fue Muḥammad XII, Boabdil “el Chico”, quien los mandó ejecutar cegado por los celos a causa de haber descubierto que la sultana se veía con un caballero Abencerraje en un patio del Generalife. Otros sostienen que, durante el sultanato de su padre, Muley Hacén, una familia rival de los Abencerrajes, los Zenetes, habría inventado y conspirado una falsa historia de amor entre uno de los caballeros de los Abencerrajes y la sultana. Maquiavélicamente, Muley Hacén invitó a esta familia a un banquete y, estando relajados en él, el sultán aprovechó para cercarlos y darles muerte. Mariano Fortuny plasmó los ajusticiamientos que narra la leyenda en este maravilloso cuadro.
La fuente que hay en el centro de la Sala de Abencerrajes actúa como un elemento regulador del confort de la habitación al favorecer la evaporación pasiva (circulación de aire en contacto con una masa de agua). Mas, también, es uno de los símbolos que caracterizan al Paraíso. En la Sūra del Misericordioso (ar-Raḥman), Corán (55:46-78), se describen cuatro jardines. Dos, frondosos, con dos fuentes manando y dos especies de cada fruta [salas de Abencerrajes y Dos Hermanas]. Además de esos dos, habrá otros dos jardines verdinegros, con dos fuentes abundantes, palmeras, granados y frutas [salas de los Mocárabes y de los Reyes]. Sin embargo, es frecuente oír decir a personas que visitan la Sala de los Abencerrajes que “el color rojizo del fondo marmóreo de la fuente que hay en su centro se debe a los restos de la sangre de aquellos Abencerrajes que allí fueron decapitados.
El color del agua de la fuente es rojo.
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