La cuadrilla

Cuatro con toreros sentados en un banco. El marco es de caña esgrafiada de escayola con roleos neobarrocos de la época.

La penumbra y la expresión concentrada de los dos personajes centrales que tienen la cabeza cubierta, nos remite al momento previo de su salida a la plaza. La composición la resuelve mostrando a los cuatro personajes en un plano cercano, levemente presentados desde su derecha. Asimismo, la composición queda desplazada hacia ese lado del cuadro otorgándole de este modo a la pintura cierto dinamismo compositivo a pesar de la monotonía de posiciones de los modelos.

La gama de colores utilizada, fundamentalmente en la tonalidad de los pardos contrastada de rojizos y de blanco, hacen que el lienzo presente cierta uniformidad, sensación que queda acentuada por el uso de la luz difusa. Sin embargo, la pincelada es sumaria y poco definida propia de sus últimos años. Las aplicaciones de bordado en oro y plata así como los tejidos y galones de los capotes de paseo, están perfectamente resueltos, de modo sumario pero preciso.

El tema taurino ocupó gran parte de la producción de Parladé en torno a los años 20, y llegó a ser el tema que más carácter dio a su producción, por ser posiblemente donde mejor demostró su personalidad.

Hay que destacar la presencia del personaje de la derecha. Se trata de un modelo de característico perfil que hemos visto con menos edad posando para una obra en la que aparece con dos mastines en el campo. Este motivo nos lleva a pensar que no se trata de una escena captada en la plaza o que al menos parta de allí, sino que son personajes que han posado en el estudio del pintor. De hecho, tres de los personajes visten traje de luces bordados en oro y solamente uno en plata, por lo que no se trata de una cuadrilla real, sino un grupo de personajes vestidos de torero. Es de notar la amplitud de tamaño tanto de la montera, como de las hombreras del traje y, en general de las aplicaciones doradas y alamares en relación con los trajes de toreros actuales.