Esta pintura formaba parte de un ciclo dedicado a la vida de la Virgen que se ejecutó para la Congregación de Caballeros de Nuestra Señora de la Asunción, establecida en el colegio de jesuitas de San Esteban de Murcia. A partir de una composición arcaizante, aún sintonizada con las formas del tardomanierismo, los autores proponen un relato de elevada eficacia devota que combina un cromatismo rico y luminoso con una manera de hacer cercana y emotiva para el espectador de la época.