Paisaje de ver y tocar, borde de un camino donde unas rosas se descubren como espectadoras del paisaje que las soporta, a la vez activas ofreciendo sus pétalos semiocultos entre el herbazal.
Las hierbas en este cuadro están acompañadas por auras de colorllenando el aire que las rodea.
Lo representado se escapa a la medida, a la exactitud; donde cada mirada es más y también menos de lo que ofrece el cuadro. Más, porque permite anticipar y recrear…Menos, porque han quedado resquicios sin desvelar y se recogen en una cosecha de silencios.
En el cuadro resta un atisbo de lejanía encerrado en su enigma.
Isabel Cabanellas