En el siglo XVII llegaron desde Coburgo a manos de los Medici en Florencia –como parte de un botín de guerra–, unas extrañas piezas en forma de cálices de marfil torneado. A primera vista, cautivaban por su belleza, pero hoy remiten, detrás de su magnetismo, a la sanguinaria aniquilación de elefantes, necesaria para construirlas, que tenían por objeto tan solo el deleite del Duque y de algunos pocos cortesanos. Dedico esta serie a la memoria de un brevísimo recorte de la historia de la humanidad, pero como muestra del comportamiento del hombre con respecto a la naturaleza a lo largo de los siglos. Estas obras, inspiradas en aquellas turris eburnea, están hechas con bioplástico, material renovable y totalmente biodegradable. La técnica, parte de una máquina 3D reformada para accionarla a mano y poder conseguir así el resultado de transparencia y casi inmaterialidad. La serie Torres de marfil forma parte de mi producción de los últimos años reunida bajo el título de Naturaleza artificial. Fuente: Catálogo Premio Itaú Cultural Artes Visuales 2019-2020.