El barequero se remonta a los tiempos previos a la llegada de los europeos, cuando los indígenas utilizaban técnicas y conocimientos propios para obtener el oro de las terrazas, de las playas o de los lechos de los ríos. Este saber fue aprovechado por los españoles en beneficio propio, por lo que los indígenas eran obligados a extraer el metal precioso para los europeos. Ante la merma demográfica indígena, los españoles empezaron a traer esclavos africanos, quienes fueron instruidos por indígenas para realizar esta labor.
En medio de este proceso, los esclavos influyeron en la manera de vestir de los nativos que practicaban el barequeo, pues al ser un oficio desarrollado en las laderas de los ríos, este traje debía facilitar la inmersión de la mujer en el agua. El atuendo de la barequera consta de un peto blanco en tela de algodón, siendo una prenda simple sin decoraciones ni cortes especiales. A la blusa la acompañan una falda simple, que consiste en tela enrollada en torno a las caderas de patrones vistosos, una pañoleta y un sombrero.