La pintura de Joan Mates fue la más elegante y refinada de Cataluña del primer cuarto del siglo XV. Establecido en Barcelona, recibió numerosos encargos de retablos destinados a la Iglesia y la aristocracia, el más importante de los conservados es el de san Martín y san Ambrosio de la Catedral de Barcelona, realizado entre los años 1411 y 1414. Una vez muerto Pere Serra, Joan Mates supo introducir en Cataluña la estética de la nueva corriente dominante en Europa del gótico internacional proveniente de los Países Bajos y del norte de Francia. En el caso de Mates, este estilo se caracteriza por la introducción de un movimiento ondulado y sensual de las figuras propio del gusto aristocrático de la corte catalana. Este tríptico destinado a la devoción particular, con la Virgen, santa Catalina –con la rueda del martirio– y santa Eulalia –con la cruz aspada–, muestra claramente ese gusto elegante y exquisito especialmente en cuanto a la armonía cromática de los vestidos y las túnicas así como por las formas rítmicas que dibujan los pliegues de la ropa.