Fundador del movimiento cenobítico, Antonio, el Grande, inició una vida monástica aislada de la sociedad. La Leyenda dorada recoge la tradición de su muerte en soledad luego de la visita de Pablo. Tras la visión, el Apóstol de los gentiles regresa para darle sepultura con ayuda de los leones. No obstante, esta original composición propia del más sublime Barroco, muestra al santo en su tránsito eterno acompañado por los hermanos de orden.
El dibujo sigue la construcción en espiral rubensiana. La obra fue realizada en el taller español de Peter Paul Rubens, cuando el artista en su figura de diplomático residió en la corte de los Habsburgo; el tema es profundamente hispano. El dibujo une en la figura de Antonio a un enfermo de ergotismo. Durante la Edad Media las intoxicaciones con ergot, alimentos contaminados con hongos parásitos, eran tan frecuentes que se crearon hospitales donde los frailes de la orden de san Antonio se dedicaron a cuidar a estos infectados.
Aquí, un hermano sostiene el brazo derecho del santo al tiempo que le acerca una vela en señal de la enfermedad popularmente conocida como «fuego de san Antonio», «fiebre de san Antonio» o «fuego del Infierno». Sobre el sayal destaca una letra «t» del tao, y aunque el artista cambió el tradicional color azul de la insignia por el malva, muestra el amoroso cuidado con el que se atendía al paciente.
El único remedio conocido era andar el Camino de Santiago. Una de sus paradas era precisamente Castrojeriz o Castrogeriz en la provincia de Burgos, sitio del célebre hospital del convento de San Antón que se dibuja en esta obra.
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