Esta gran ciudad francesa alcanzó una extraordinaria prosperidad en los siglos XV y XVI gracias a sus reconocidas ferias comerciales, que llegaron a tener hasta cuatro ediciones anuales. La vitalidad de su burguesía comercial hizo que estas ferias pronto desembocaran en una actividad eminentemente financiera, a la que se unirían también libreros, editores y artesanos de la seda. Todos ellos contribuyeron a hacer de esta ciudad una de las más ricas de Francia y de su feria una de las más importantes de Europa.
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