En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la Virgen María. Y presentándose a ella, le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo.
Ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo a quién pondrás por nombre Jesús (Lc: 26-31).
El tratamiento escultórico de la Virgen reclinada, señala el especialista guatemalteco Haroldo Rodas, corresponde a una fase de transición al Neoclasicismo, aunque mantiene el esplendor característico del Barroco.
El historiador hace notar también que los movimientos en forma de «s» en el cabello –liso cerca de la raíz– son inspirados en el Renacimiento y fueron retomados durante el Barroco guatemalteco. La variedad de estofes, seis distintos, son los tipos de rayados que se hacen sobre la pintura para que quede el oro al descubierto.
Sobre la escultura del mensajero de Dios, Rodas opina que es de una gran gala artística. A partir de la Contrarreforma el arcángel Gabriel se representó en vuelo, y aquí aparece vestido con lujo; fue el mensajero que Dios envió a la Virgen María para anunciarle que sería la Madre de su Hijo. Sus manos deben haber perdido los atributos, tales como la vara con flores de lis o el cetro de las jerarquías angélicas.