Las imágenes de la Virgen María para vestir fueron muy solicitadas a los tallistas chinos y filipinos. Herencia de la tradición ancestral de la escultura budista en marfil, aplicaron estos conocimientos al trabajo de cabezas y manos. Para la cultura china, el retrato del cuerpo humano era rechazado debido a que el desnudo se consideraba un símbolo de incultura y por lo tanto no representaba un interés particular en el arte.
Existían tres reglas básicas para el tallado. La primera era el refinamiento y la elegancia, traducidos en la economía de líneas y sombras. La segunda, la cualidad de extrema delicadeza.
La complejidad expresada en la talla de la arquitectura o detalles naturales es muestra de la perfección de trabajos femeninos conventuales. Señala la especialista Margarita Estella Marcos que la primera obra documentada de este tipo fue hecha en 1593 en Filipinas para Nuestra Señora del Rosario, por un tallista chino asistido por el capitán Fernando de los Ríos Coronel.
La escultura de Museo Soumaya es una bella creación hispano-filipina que sigue el estilo de la segunda mitad del siglo XVIII. El cabello peinado en ondas sobre la frente y retirado hacia atrás es uno de los rasgos de la época; las imágenes anteriores no tenían tallado el cabello sino que llevaban una peluca. La pieza no cuenta con ojos de vidrio, sino que están hechos y policromados sobre el marfil, lo que fue un rasgo estilístico de centurias pasadas.
La posición de sus manos rememora los mudras del budismo. La vestimenta que la atavía es suntuosa: hilos metálicos, terciopelos, sedas y piezas de joyería cubren a la Madre de Dios.