Aunque hay elementos que apoyan la teoría de que su apellido es una referencia toponímica –por la aldea de Caullery, en Paso-Norte de Calais, Francia–, su presencia en Amberes, como aprendiz de Joos de Momper hacia 1594 y donde falleció entre 1621 y 1622, ligan profundamente a Louis de Caullery a la Escuela flamenca de principios del siglo XVII.
El investigador bonaerense Ángel M. Navarro señala que, si bien debió de ser un artista apreciado y reconocido en su tiempo –por su frecuente mención en inventarios artísticos–, el hecho de que haya pocas obras firmadas con su nombre dificulta la identificación de gran parte de su trabajo. El diseño señero de figuras humanas, la brillantez cromática de las composiciones y los motivos grecolatinos en muchas de las tablas y cobres que se le atribuyen han trazado, sin embargo, una pista por seguir en su producción.
Respecto a esta pieza de Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim, destaca la precisión geométrica con la que retrata la arquitectura diseñada por Michelangelo. Contraparte de sus populares crucifixiones y escenas festivas, Vista del Capitolio, Roma reúne el efecto de amplitud espacial –aún presente en sus pinturas de interiores– con una historia suspendida de la vida cotidiana del seiscientos. Como en muchos de sus trabajos, la fecha en la que se produjo este óleo resulta incierta; lo más probable es que sea posterior a 1602, cuando ya se le consideraba maestro y tenía la posibilidad de viajar a los Reinos italianos como pintor de género.
La división lumínica del cielo sobre la plaza romana se reproduce en muchas otras vistas del flamenco, en las que también se enfrentan las tonalidades en gamas pálidas y las frías de aspecto vivaz. Urbanismo y naturaleza, galas cortesanas y recato evangélico, conviven en la obra del vedutista.
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