Término que engloba las obras en una amplia variedad de técnicas artísticas, entre las que se incluyen la pintura, la escultura, el trabajo en estuco y los grabados, elaborados desde la década de 1530 hasta la primera década del siglo XVII en Francia (por ejemplo, la Ninfa de Fontainebleau). Evoca a un mundo irreal y poético de figuras elegantes y alargadas, a menudo en escenarios mitológicos, con una decoración abundante y compleja, y un elaborado y característico friso. Adam von Bartsch empleó la expresión en El pintor grabador (21 volúmenes, Viena, 1803-1821), para referirse a un grupo de grabados, algunos de los cuales estaban, indudablemente, elaborados en Fontainebleau (Francia). De forma más generalizada, designa el estilo artístico que se aplicó en la decoración del Castillo de Fontainebleau, construido a partir del año 1528 por Francisco I y sus sucesores. Por extensión, hace referencia también a cualquier obra de arte similar a dicho estilo. Con la revaluación del manierismo durante el siglo XX, la popularidad de la escuela de Fontainebleau aumentó enormemente.