Guillermo Marconi, la radio y la transmisión inalámbrica

Incluso hoy en día, en la era de las herramientas digitales y la globalización, muchas de las tecnologías características de nuestra sociedad y de nuestras actividades diarias, como los smartphones, los satélites, la radio y la televisión, se basan en conexiones inalámbricas, de las cuales Marconi fue el primer visionario.

En 1895, con apenas 21 años y sin estudios académicos, Marconi obtuvo los primeros resultados en comunicación inalámbrica, una tecnología que utilizaba las ondas radioeléctricas descubiertas unos años antes por H. R. Hertz.

Augusto Righi de Italia, Oliver Lodge de Inglaterra, Aleksandr Popov de Rusia y Edouard Branly de Francia son algunos de los grandes nombres que participaron en investigaciones de ese tipo durante esos años.

Sin embargo, el autodidacta boloñés fue el primero en diseñar y perfeccionar el nuevo sistema de comunicación inalámbrico, que en pocos años se convirtió en el punto de referencia para la investigación de las ondas radioeléctricas y su aplicación. Este imparable ascenso no solo se debe a las capacidades científicas y técnicas iniciales del joven inventor, sino también a su propensión a considerar, en primer lugar, las aplicaciones prácticas y útiles de su investigación. De hecho, a diferencia de los científicos antes mencionados, Marconi estaba menos interesado en las especulaciones teóricas y, como afirma el historiador Hugh Aitken, su proyecto era muy claro: para Marconi, lo que importaba era la distancia, y no solo en Villa Griffone. Durante el resto de su vida, esa fue su obsesión tecnológica.

Siguiendo su "obsesión" y construyendo instrumentos cada vez más refinados, Marconi finalmente logró superar los desafíos de la transmisión a grandes distancias. El 12 de diciembre de 1901, logró cruzar los 3,000 km del océano Atlántico que separan al Viejo Continente del Nuevo.

Este logro extraordinario, alcanzado a los 27 años de edad, representa el resultado científico más importante que Marconi obtuvo en su carrera, y lo coloca a la par de los grandes innovadores de la historia.

La intensa investigación y los extraordinarios resultados científicos obtenidos en los primeros años de actividad no desviaron a Marconi de otro objetivo importante: la comercialización de sus inventos.

El espíritu empresarial de este joven era evidente desde los días posteriores a los primeros experimentos. En el invierno de 1895, le pidió al Ministerio Italiano de Correos y Telégrafos que presentara su invento y sus posibles aplicaciones.
La respuesta que obtuvo no fue de lo más entusiasta, por lo que, en febrero de 1896, decidió viajar a Inglaterra, con la esperanza de que las condiciones económicas de ese país pudieran ofrecerle más oportunidades para desarrollar su invención.
Para Marconi, fue muy importante la colaboración con la Oficina de Correos, el organismo que manejaba todas las comunicaciones telegráficas del Imperio inglés, ya que gracias a ella, el joven italiano obtuvo credibilidad en los círculos científicos y financieros de Londres. La colaboración duró hasta la primavera de 1897, cuando la Oficina de Correos le pidió a Marconi que le vendiera las patentes de su invención a cambio de una ganancia inmediata. Si bien Marconi se sintió halagado por el interés que le demostraron y atraído por la ganancia asegurada, decidió firmemente continuar su propio camino, ya que de esta forma podría seguir teniendo el control del desarrollo posterior de su invento.

En julio de 1897, con el apoyo de ocho donantes, Marconi fundó la empresa Wireless and Telegraph Signal Company, que en 1899 se convirtió en la Wireless Telegraph Company de Marconi. Tras fundar la empresa, Marconi pudo demostrar su capacidad como hombre moderno de las comunicaciones. De hecho, sintió que el potencial de la comunicación por radio era mucho más amplio que las conexiones cortas logradas en las demostraciones realizadas entre 1896 y 1897, y, con el auspicio de la Oficina de Correos, programó una serie de experimentos espectaculares para atraer la atención de la prensa y la opinión pública. Cada prueba nueva se realizaba al aire libre y ante la presencia de periodistas y personalidades políticas. En el verano de 1898, por ejemplo, utilizó sus instrumentos para mantener en contacto a la reina Victoria, que se encontraba de vacaciones en la Isla de Wight, con su hijo, que estaba convaleciente en el yate real. Al año siguiente, en Estados Unidos, organizó la difusión radiofónica de la Copa de América, y en el mismo año conectó a Francia y a Inglaterra a través del canal de la Mancha.

Gracias a estos experimentos y al perfeccionamiento de sus equipos, la empresa de Marconi firmó sus primeros contratos importantes a partir de 1901 y, a finales de 1902, 70 barcos comerciales estaban equipados con los sistemas de radio del inventor y podían comunicarse con 25 estaciones costeras.
Los instrumentos de Marconi, también gracias a los ingresos de su empresa, se volvieron cada vez más confiables. Después de conquistar el mar, dominaron la tierra y, por último, el cielo.

Una de las piezas más interesantes es el detector magnético que utilizó el inventor italiano mientras se encontraba a bordo del barco real Carlo Alberto, durante la campaña experimental en el verano de 1902. Con él, demostró la viabilidad técnica del receptor y la capacidad de las ondas radioeléctricas de superar grandes obstáculos y amplias extensiones de tierra.

Entre las piezas de origen industrial, podemos apreciar desde los primeros productos comercializados a principios del siglo XX y los componentes para la tecnología de la televisión de los años cuarenta hasta las tecnologías de válvulas de los años veinte y treinta del siglo pasado, así como el primer cohesor receptor sintonizado en 1901.

Un primer paso importante en la aplicación práctica de la radiocomunicación es la posibilidad de poder transmitir y recibir frecuencias individuales.
Los primeros receptores, de hecho, captaban todas las señales que llegaban a la antena sin poder distinguir de qué equipo de transmisión provenían. Las señales se superponían y dificultaban la comprensión del mensaje, un problema cada vez más serio, ya que había aumentado considerablemente la cantidad de estaciones de transmisión y mensajes emitidos.
En 1900, Marconi patentó, con el número 7777, un circuito que permitía sintonizar una frecuencia específica y seleccionar la frecuencia de la onda radioeléctrica transmitida o recibida.

¿Sabías que gracias a las señales de SOS enviadas por radio se lograron salvar muchas vidas durante el hundimiento del Titanic?