San Agustín protector de su orden. (XVIIth century) de AnónimoMuseo Santa Clara
San Agustín nació en Tagaste, actual Argelia, el 13 de noviembre de 354. Su padre, Patricio, era funcionario romano y su madre, santa Mónica, una cristiana devota.
Agustín estudió Artes Liberales y en 370 se fue a vivir a Cartago, donde tuvo contacto con doctrinas heréticas que, como se ve en esta imagen, combatió con dureza tras su conversión al cristianismo.
En 383, obtuvo el puesto de orador en la corte imperial de Milán. En esta ciudad, asistió a las prédicas del obispo Ambrosio, quien lo acercó a la fe cristiana y lo bautizó el 24 de abril de 387. Tras su conversión, se ordenó sacerdote, en 391. Cuatro años después se consagró como obispo en la ciudad de Hipona, actual Argelia, donde murió, el 28 de agosto de 430.
Esta pintura del santo se inspira en un grabado de la serie Iconographia Magni Patris Aurelli Agustini (1628), grabada por Boetius Bolswert. En la estampa se muestra al santo como protector de su orden.
Tanto en la pintura como en el grabado, san Agustín se representa con vestimentas obispales, báculo y una capa pluvial sostenida por dos ángeles, atuendo que simboliza la protección a la que se acogen los miembros de la orden agustina y las diversas corporaciones laicas y religiosas que siguieron los principios establecidos por el santo.
A diferencia del grabado en el que solo figuran personajes religiosos, en la parte inferior derecha del óleo se ubican civiles y militares.
En la composición sobresale un hombre con las manos en posición orante, quien muy seguramente fue el donante de la obra. Sobre su pecho está estampada la cruz de Calatrava, símbolo de una orden de caballería fundada en el siglo XIII, con la finalidad de luchar contra los musulmanes en la Península Ibérica.
En la parte inferior se observan la mitra, símbolo del cargo de obispo, y tres rostros sometidos bajo los pies del santo. Estos corresponderían a las figuras de Pelagio, Donato y Manes, fundadores, respectivamente, del pelagianismo, el donatismo y el maniqueísmo, doctrinas consideradas heréticas por los católicos y que san Agustín combatió tras su conversión a la fe cristiana.
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