María Magdalena

Breve recorrido por algunos detalles de la pintura

Maria Magdalena de Atributted to Angelino MedoroMuseo Colonial

De considerable importancia para la religión cristiana, a María Magdalena se la ha identificado con distintas mujeres de los Evangelios. Así, bajo su nombre se unificaron las historias de la pecadora del Evangelio de Lucas; la de una de las mujeres que seguían a Jesús en el Evangelio de Juan, y la de la hermana de Lázaro y Marta, en el de Lucas. Su figura, además, se ha representado ampliamente siglo tras siglo.

Alrededor del siglo XI, en Francia, Santiago de la Vorágine recogió en su Leyenda dorada la historia y hechos milagrosos de la Magdalena. De la Vorágine fundamentó su relato en las imágenes que de ella se reconocían en los Evangelios.

Según la Leyenda, María Magdalena era una mujer acaudalada que inicialmente se habría dedicado a la prostitución, lo que le valió el epíteto de ‘La pecadora’. Sin embargo, cuando conoció a Jesús, se arrepintió y se unió a su grupo de discípulos, acompañándolo hasta el final de su vida.

En esta pintura, se muestra uno de los temas más difundidos de la iconografía de la santa a partir del siglo XVI: la escena de la Magdalena arrepentida.

En busca de salvación, la Magdalena de Angelino Medoro dirige su mirada hacia lo alto. Su larga cabellera rubia se asocia con su pasada labor sexual, pero también con una escena de su vida en la que lava los pies de Jesús, los seca con su cabello y los unge con un bálsamo perfumado.

El alabastrón, frasco dorado de perfume, es uno de los atributos iconográficos más frecuentes de la Magdalena. Su presencia a la derecha de la santa se asocia al mencionado episodio en que lava los pies de Jesús. También hace referencia a un segundo hecho, según el cual, fue ella la primera testigo de la Resurrección. De acuerdo con el relato bíblico, María Magdalena se disponía a ungir el cuerpo del crucificado en el sepulcro, pero al entrar allí, encontró la tumba vacía.

La figura de la Magdalena en la Leyenda dorada era la de una mujer con grandes riquezas materiales. Por eso, en la escena del arrepentimiento, la santa se quita todas sus joyas. Pulseras, anillos y collares, así como un espejo y un peine blanco, atributos con los que también se la reconoce, se ven a la derecha de la retratada, dispuestos sobre una mesa.

Los ricos ropajes con los que está vestida refuerzan la idea de la riqueza y posición de esta mujer. Ella, por su parte, parece estar despojándose de sus ropas, acción que representa su rechazo a la vanidad y a todos los valores asociados a la vida terrenal.

Con sus manos aferra con fuerza unas cadenas metálicas, símbolo de mortificación y arrepentimiento.

Estos detalles fortalecen el discurso que la Iglesia buscaba transmitir a los fieles y que posicionan a la santa como el mejor ejemplo de la búsqueda del perdón de los pecados.

La iconografía de María Magdalena se convirtió, dentro de la tradición cristiana, en un símbolo de penitencia y arrepentimiento para los fieles. La Iglesia, tras el Concilio de Trento (1545-1563), retomó su figura revistiéndola de una importancia singular entre los santos y santas del catolicismo, gracias a lo cual, tuvo gran difusión en la Nueva Granada.

Créditos: reportaje

Dirección 
María Constanza Toquica Clavijo
 
Museología 
Manuel Amaya Quintero
 
Curaduría 
Anamaría Torres Rodríguez
María Isabel Téllez Colmenares
 
Administración de colecciones
Paula Ximena Guzmán López
 
Editorial 
Tanit Barragán Montilla
 
Divulgación y prensa 
Andrea Valentina Bastidas Cano

Créditos: todos los contenidos multimedia
En algunos casos, el reportaje destacado es obra de un tercero independiente y no siempre representa los puntos de vista de las instituciones indicadas a continuación, que son las que han proporcionado el contenido.
Página principal
Descubrir
Jugar
Cercano
Favoritos