Anunciación. Simone Martini y Lippo Memmi. Sala 3. La escena central muestra la mano izquierda del ángel apenas aterrizado, con la capa todavía aleteante en un elegante arabesco y las alas, de una finísima trama de plumas doradas, todavía desplegadas. La Virgen, sentada en un trono de espacialidad incierta, un poco en perspectiva es sorprendida durante la lectura e instintivamente tiene un gesto de hosquedad, cerrándose la capa con la mano y apretando los hombros, a medio camino entre la asustadiza castidad y la altanera hosquedad. Su expresión, con la boca estrecha y los ojos sutiles, es de extraordinaria gracia aristocrática pero también un poco alterada. Su ropa está compuesta con la fineza de un arabesco, la cual desmaterializa el cuerpo, devolviéndolo una pura línea decorativa: las piernas están de hecho aplanadas, apenas intuibles por la tendencia nerviosa del borde de la ropa. Los santos, por otro lado, tienen la misma fisonomía, debida al uso de modelos de carta para obtener la forma de las figuras, sin ningún interés en la representación individual.
El ángel Gabriel aparece en la parte izquierda del panel central. De su boca salen las palabras doradas, que aparecen en el Evangelio de San Lucas: Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Lleva en la mano una rama de olivo. En el borde de su túnica aparecen bordadas otras palabras. Completa la escena un pavimento de mármol moteado sobre el que en el centro se encuentra una preciosa jarra dorada con algunos lirios, flor mariana símbolo de pureza y virginidad; en lo alto se encuentra la paloma del Espíritu Santo rodeada por cabecitas de querubines alrededor. El fondo es una deslumbrante extensión de oro, que da a la escena una apariencia abstracta pero también extraordinariamente espiritual. Todo queda aún más en evidencia principalmente por los dorados de los vestidos y de otros detalles. Esencialmente se trata de pintar sobre la hoja de oro, sea extendiendo caligráficamente el color y con veladuras para dejar a la vista el oro de abajo, el "palliatura", visible en las alas del ángel, sea arañando sucesivamente el color para crear motivos adamascados, como en el vestido del ángel. A ello debe añadirse el rico punzonado, la elaboración con el buril y con el cincel de detalles como las aureolas o los bordes de los vestidos, que crean una superficie pictórica extremadamente preciosa y de calidad altísima.