En el panteón latino, Plutón es el dios y regente del inframundo. Su contraparte griega era Hades, aunque Pluton era más benévolo que Hades. Es a menudo confundido con Pluto, dios griego de las riqueza.
Era hijo de Saturno y Ops, importantes dioses de la agricultura y la tierra; y esposo de Proserpina, a quien raptó, provocando la ira de Ceres, madre de Proserpina, trayendo consigo la decadencia de la tierra durante una temporada, dando origen al invierno.
Su palacio se encuentra en la parte meridional del Tártaro, donde dicta sus severas e inflexibles leyes para aquellos que han cruzado el río Estigia.
Sus súbditos son tan numerosos como las estrellas del firmamento. Todo lo que perece en la tierra vuelve a su dominio.
De los tres dioses que controlan el mundo, es el único que jamás ha de temer insubordinación por parte de sus súbditos, ya que su poderío es conocido universalmente.
Para los romanos, era uno de los 8 dioses elegidos, los cuales eran los únicos con estatuas de oro, plata y marfil.
En Roma, contaba sacerdotes llamados victimarios, consagrados únicamente a él. Estos ofrecían sacrificios sólo en color negro, y siempre en número par, mientras los otros dioses los recibían en número impar.
Se le atribuye un yelmo de piel de perro regalado por los cíclopes, que le concedía invisibilidad y nunca se quitaba.
Por lo general se representa con Cerbero y cuatro caballos negros.