En esta espléndida tabla, inspirada en el célebre grabado de 1504 de Albrecht Dürer –Alberto Durero (1471-1528)–, el Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal en el centro, anuncia el futuro de la humanidad. La serpiente con oreja –símbolo de la adversidad en los bestiarios medievales, pues el Maligno lo escucha todo– observa impaciente a Eva, quien esconde un fruto prohibido mientras entrega otro a Adán. La posición de la mano ha sido estudiada por Michael Baxandall como una clara invitación para adentrarnos en el mundo profano.
Bastión de la reforma luterana –afirma la investigadora Teresa del Conde–, la pintura de Museo Soumaya deriva del Génesis. El tema es la caída. En la obra «aunque intacta», la manzana «ya ha sido mordida», de modo que Eva «conscientemente», diríamos ahora, ha incurrido ya en el mal y quiere que su compañero la acompañe en lo que sobrevendrá. […] esconde en su mano izquierda otra fruta y no se sabe si esa fruta está libre o no de interdicción. Lo que el pintor señala es que aún no ha sido mordida, no está a la vista de Adán, a él lo podemos acusar de debilidad.
Los cuerpos esbeltos de formas redondas, así como las cualidades del dibujo que sobresalen por la luz que recibe cada figura, hacen de este óleo una de las variantes más hermosas del tema. Cranach aún no incorpora a los animales del Edén, como en el cuadro de 1526 de la Galería Courtauld de Londres. Adán y Eva estuvo en préstamo de 1980 a 1995 en el Castillo Leeds, Kent, Reino Unido. A diferencia de la tabla con el mismo tema del Museo Nacional de San Carlos, en México, aquí la serpiente es maliciosa y su enroscamiento en el árbol indica su astucia suplementaria.
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