El género del capricho tuvo su apogeo en los Reinos italianos donde los artistas expresaron su versión idealizada de los antiguos monumentos grecolatinos. La pintura de los paisajes del sur, en cambio, imprimió un matiz más naturalista.
Se exacerbó el entorno cotidiano. Los artistas neerlandeses ofrecieron una representación enaltecida de sus tierras. Detrás de la magnificencia del entorno, yace un nacionalismo oculto en fastuosos follajes y horizontes profundos.
Isaac fue uno de los once hijos de la pareja de artistas Frederik de Moucheron (1633-1686) y María Magdalena de Jouderville (c 1636-1719). Su padre le enseñó a pintar a muy tierna edad, hasta que en 1695 emprendió un viaje de dos años por la Península Itálica.
Trabajó en Roma junto con otros maestros del norte y logró así su especialización en las vedute. A su regreso a los Países Bajos, obtuvo fama gracias a los paisajes italianizantes que hacía sobre los tapices, para revestir los interiores de las casas de Ámsterdam.
Como arquitecto y pintor, logró realizar vistas urbanas a partir del ejemplo de artistas de la talla de Gaspar van Wittel (1653-1763) y Nicolas Poussin (1594-1665). El gusto por las obras de maestros franceses clasicistas dio pie a la última producción de Moucheron.
En esta obra de Museo Soumaya el capricho tiene una efectiva carga emocional. Su representación se antoja lejana y a la vez accesible para el espectador. Con un cielo que comienza a oscurecer, logra una evocación idealizada del pasado.
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