El siglo XVII en los Países Bajos estaba marcado por los ideales calvinistas que no dieron cabida al arte sacro católico. La clase burguesa promovió el retrato como principal trabajo artístico, no obstante, el ejercicio creativo trajo como consecuencia la representación de escenas costumbristas que dejaban ver la vida cotidiana neerlandesa.
En tonos ocre, Encuentro en la posada muestra un interior humilde que es iluminado por la ventana abierta. Entre paredes gruesas y gastadas con columnas de madera roída, viejos barriles de vino y jarras de arcilla, los personajes resaltan en tonos más vivos. Este tipo de piezas fueron el origen de artistas como Jan Steen (1625/1626-1679) y Johannes Vermeer (1632- 1675), que perfeccionaron su técnica al imprimir realismo y carga psicológica en protagonistas modestos.