En la primera época del siglo XVI no existía una clara diferencia entre los estilos del norte y del sur en los Países Bajos. Luc van Leyden (1494-1533) fue el principal representante de esta primera etapa y, acompañado de los grandes maestros Cornelis van Oostsanen, Anthonisz Teunissen y, sobre todo, Lucas Gassel, mostró en sus obras las cualidades de cada región. Pronto su pintura plasmó la religiosidad protestante, mientras que las manifestaciones belgas adquirieron el cariz contrarreformista de los reinos católicos.
En la magnífica tabla de Gassel se aprecian influencias de otras regiones europeas. La minuciosidad en los detalles de la pintura, en la que cada hoja del árbol es descrita con precisión, y la iluminación de peñascos que conforman una atmósfera mística para la penitencia de san Jerónimo, provienen del preciosismo de los primitivos maestros flamencos como Patinir, de quien heredó la destreza de plasmar las rocas cársticas de la ciudad de Dinant.
El investigador Alejandro Massó explica que es probable que el color rojo del sombrero y de la capa de cardenal tenga como antecedente la gama cromática de las pinturas miniadas de los manuscritos franceses. Desde 1904 la obra ha ilustrado diferentes catálogos especializados, como los publicados por sir Martin Conway, Hoogewerff, Winkler y Gibson, entre otros.
La influencia de los grabados del afamado maestro Albrecht Dürer (1471-1528) se aprecia en la manera de abstraer del mundo cotidiano al traductor de la Biblia al latín. Los canales y las embarcaciones que aparecen en un segundo plano corresponden a la ciudad de Helmond, que se había convertido en un importante centro mercantil. Con una rica vegetación –que rescata el roble y no el tradicional fresno–, y aislado del bullicio urbano, Gassel representó el desierto, donde el anacoreta pasó su vida.