La Muerte y el Día de Muertos también estuvieron presentes en la obra de Diego Rivera y Frida Kahlo. Frida abordaba el tema a partir de la dualidad vida-muerte, mientras que Diego plasmó diferentes escenas de la vida cotidiana, relacionadas a ello.
Day of the Dead in the Janitzio Island (1954) de Diego RiveraMuseo Dolores Olmedo
Tras la muerte de Frida en 1954, el maestro y sus amigos visitaron la isla de Janitzio en Michoacán, para ver cómo se realizaba la celebración de los difuntos. De ese viaje, se produjeron dibujos como “Día de Muertos en Janitzio” (1954).
Offering I (1954) de Diego RiveraMuseo Dolores Olmedo
En sus obras retrató una de las festividades más antiguas de México, el Día de Muertos – la celebración de “Todos los Santos” y los “Fieles Difuntos”, los días 1 y 2 de noviembre, respectivamente.
Vendedora de alcatraces (1944) de Diego RiveraMuseo Dolores Olmedo
Las familias mexicanas visitan a sus difuntos en estos días de noviembre. Se cree que las almas se hacen presentes. Las tumbas de los seres queridos se cubren con flores de cempasúchil, como se muestra en el pastel "Mujer con flores" (1938).
Offering II (1954) de Diego RiveraMuseo Dolores Olmedo
También sobre las tumbas se colocan comida y bebida típica mexicana, que haya sido del gusto del difunto, como dulces, pan de muerto, además de velas, que alumbran el camino hacia la ofrenda.
Frida Kahlo
Nuestra colección es la más grande en el mundo, con 26 obras de la artista.
La pintora aborda la muerte desde una perspectiva diferente...
La dualidad vida – muerte se observa en varios cuadros de la artista, como en El Retrato de Luther Burbank (1931). En esta obra Frida pinta una cadena alimenticia, en la que el hombre obtiene su sustento para vivir de la tierra.
Cuando muere, su cadáver es enterrado, y al irse descomponiendo se convierte en nutrientes que alimentan a la tierra, y dan vida nuevamente.
La simbología de esta obra está ligada con la creencia indígena de que, después de la vida terrenal, el alma de los hombres está destinada a seguir viviendo en otro espacio espiritual.
En los cuadros de Frida Kahlo, la vida se alimenta de la muerte, en un eterno ciclo vital.
En “El difuntito Dimas Rosas, a los tres años de edad” (1937), nos muestra a un niño vestido como Santo o “angelito”, ya que al morir a tan temprana edad, no había cometido ningún pecado.
Este cuadro nos remite al 1 de noviembre, Día de “Todos los Santos, en que los mexicanos acostumbran visitar las tumbas de los pequeños que fallecieron
y las decoran con juguetes, dulces, flores de cempasúchil y cualquier objeto que era del agrado del niño.
En México, el Día de Muertos no es una ocasión de tristeza, sino de regocijo.
La muerte no es amarga, sino dulce, como las calaveritas de azúcar que no pueden faltar en ningún Altar de Muertos. Comúnmente se pone el nombre del difunto a quien se le dedica la Ofrenda, en la frente de la calaverita, como en este caso a Frida.
Carlos Phillips Olmedo
Director del Museo Dolores Olmedo
Josefina García
Directora de Colecciones y Servicios Educativos del Museo Dolores Olmedo
Adriana Jaramillo
Directora de Comunicación y Relaciones Institucionales del Museo Dolores Olmedo
Aimee Guzmán García
Coordinadora de Difusión y Contenidos Digitales del Museo Dolores Olmedo
Francisco Kochen
Erik Meza
Javier Otaola
Fotografía
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