40 años del AGN en Lecumberri

El 27 de agosto de 1982 se inauguró oficialmente la nueva sede del Archivo General de la Nación (AGN) en la extinta Cárcel Preventiva del Distrito Federal, conocida popularmente como Palacio de Lecumberri. Ese día se resumieron los esfuerzos por lograr condiciones apropiadas para el desempeño de sus labores, comenzando por una sede propia, el renovado protagonismo institucional y los trabajos archivísticos. 

El proyecto impulsado por un decreto presidencial fue respaldado por reuniones, visitas frecuentes al AGN y el reconocimiento de su relevancia en materia archivística e histórica. Sin embargo, la inversión demandada por los esfuerzos destinados a la construcción del tren subterráneo (STC Metro) y las afectaciones de Palacio Nacional sufridas durante estos trabajos a finales de la década de 1960 impidieron el alcance del objetivo.

El AGN salió maltrecho de esta etapa de su vida institucional, los expedientes terminaron apilados en los rincones de Palacio Nacional y en la Casa Amarilla, donde eran afectados por la humedad y el ingreso de aves que anidaban en el edificio. Todo ello ponía al patrimonio documental en riesgo de sufrir mayor deterioro.

Rubio Mañe continuó lamentando la falta de un local adecuado para albergar la institución. La gravedad de la situación requirió una mudanza urgente. Tras la planificación de espacios en el extinto Palacio de Comunicaciones (hoy Museo Nacional de Arte), en agosto de 1973 se comenzó el traslado de los documentos albergados hasta entonces en Palacio Nacional. 

El AGN trabajó por casi una década en esta sede, donde se fraguó la concentración de los fondos de Palacio Nacional y la Casa Amarilla, al tiempo que germinó el renacimiento de la institución y su protagonismo archivístico en la vida pública de nuestro país. El primer piso de Tacuba 8, como se le conocía amistosamente, se transformó en una elegante sede para el archivo, pero eso no resolvió el incesante problema de la falta de un espacio adecuado.

La transformación del Palacio de Lecumberri de penitenciaria a Archivo General de la Nación comenzó a tener respaldo jurídico a partir de febrero de 1977, cuando se ratificó el decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación el 27 mayo del mismo año, donde se estipulaba la desincorporación del ex Palacio de Lecumberri del patrimonio del Departamento del Distrito Federal para incorporarse al dominio de la Federación y destinarlo al servicio del AGN.

A raíz del decreto presidencial emitido, en ese mismo febrero de 1977 comenzaron las comunicaciones entre Reyes Heroles y Alejandra Moreno Toscano, entonces directora del AGN, para compartir las primeras ideas sobre la adaptación del inmueble destinado a albergar adecuadamente los archivos.

Con un presupuesto inicial de 272 millones de pesos otorgados para construcción, adecuación y equipamiento del AGN comenzaron las obras de limpieza y demoliciones en junio de 1977. Posteriormente, en octubre de 1978, se recibió otro estímulo con el cual se estimó un tiempo de ejecución de dos años para entregar en condiciones óptimas un espacio que albergara en su fachada principal el edificio de gobierno y transformara los siete brazos de las crujías en galerías donde se localizarían los acervos clasificados.

La Sala Central que formó la cúpula también conjuntó los accesos a los jardines intermedios entre las galerías donde se localizaron cuatro pequeños edificios con un semejante diseño. Estos, tras ser restaurados, dieron vida a los espacios utilizados para el Centro de Información Gráfica, laboratorio de microfilmación, hemeroteca y biblioteca. A estos edificios se sumaron los torreones norte y sur que en un inicio fueron destinados a ser unidad de congresos y un restaurante-cafetería, respectivamente. Finalmente, los inmuebles que ocupaban el espacio del antiguo hospital de la penitenciaria fueron usados para la unidad dedicada a los procesos técnicos.

Después de concentrar en un solo edificio la totalidad de los archivos dispersos bajo malas condiciones y darles una unificación para su control, catalogación y conservación, la doctora Alejandra Moreno Toscano se tuvo que enfocar en el traslado de 1 046.31 metros cúbicos de documentos, cifra contabilizada cuando se reunieron todos los documentos en el Palacio de Comunicaciones según los informes elaborados para el momento.

Otras labores realizadas fueron las que surgieron durante el Seminario Nacional sobre Correspondencia y Archivos Administrativos e Históricos en la Administración Pública, Estatal y Municipal, donde se creó un Comité Nacional Permanente de Archivos Administrativos e Históricos encabezado por el AGN. Las instituciones agrupadas buscaban reivindicar la profesionalización del archivista, establecer un Sistema Nacional de Archivos Administrativos e Históricos, un sistema de red para la administración de archivos, expedir e implementar una normativa, promover el resguardo de los archivos particulares y defender el papel de los archivos para el funcionamiento de la Administración Pública y la investigación histórica.

Al mismo tiempo que sucedían todos estos procesos previos y paralelos al traslado, cada una de las crujías de Lecumberri eran analizadas en cuanto a espacio y tamaño para recibir aquellos papeles y legajos que en algún momento no guardaron relación y orden ninguno y que ahora tenían un espacio y catalogación definidos, así como una conservación adecuada. El resultado fue la guía general de fondos de 1981 que prácticamente fue el instrumento que orientó el acomodo de cada fondo en la nueva sede y la dejó lista para su flamante estreno.

Para la inauguración se preparó una exposición fotográfica que documentó los cambios realizados en el edificio y una muestra de pintura. En la reflexión que acompañó el tránsito se señalaba con acierto: “Habrá quienes lo recuerden como el Palacio Negro de Lecumberri. Y este es un hecho real que forma parte de nuestro cambio generacional. Pero, de aquí en adelante, todos los mexicanos lo considerarán siempre, y así lo utilizarán, como un lugar de estudio e investigación, como un núcleo desde donde se recobra la Historia de México”.

Tan magno evento conjuntó en la cúpula a representantes de los tres poderes, miembros del gabinete presidencial, gobernadores, representantes de archivos, funcionarios de distintas secretarías de Estado, la Junta de Vecinos de Venustiano Carranza,  archivistas de los estados, rectores, miembros del Sistema Nacional de Archivos y a la comunidad académica, entre otros.

Tras la ceremonia inaugural se realizó un extenso recorrido por los archivos recién reorganizados. La comitiva pudo conocer el resultado de los esfuerzos conjugados para el renacimiento de la institución, palpar muestras significativas del patrimonio documental resguardado y atestiguó su ampliación con la entrega formal del archivo fotográfico de los Hermanos Mayo al Centro de Información Gráfica.

A lo largo de la década, el AGN realizó una intensa labor de divulgación. A través del boletín se dieron a conocer los fondos incorporados en la transición como los del IMSS o del Departamento del Trabajo, de las expropiaciones en el fondo Lázaro Cárdenas, de la Compañía Exportadora e Importadora Mexicana y los documentos coloniales de bienes de comunidad en proceso de clasificación. También se dieron a conocer los fondos de reciente ingreso como el de la Dirección General de Energía, en materia de recursos minerales y energéticos, incorporado en noviembre de 1982 en proceso de identificación y ordenación; así como del material más destacado de la hemeroteca. Se publicaron documentos de fondos en custodia temporal, así como documentos de las campañas electorales y partidos políticos en las vísperas de la revolución de 1910. A finales de la década también se compartieron los resultados del trabajo iniciado en 1983, cuando se hallaron 47 legajos de la Secretaría del Comercio relacionados con patentes del siglo xix, los cuales fueron organizados, preservados y divulgados para su consulta.

Durante la primera década de trabajo del AGN en Lecumberri se consolidó la biblioteca y la hemeroteca que más adelante terminaron integradas. Los acervos pasaron primero a una galería y luego a un lugar dispuesto de manera especial, en donde se incorporó el fondo Francisco Díaz de León. A fines de la década de 1980 se creó el Centro de Documentación Archivística de Latinoamérica y el Caribe (CEDALAC) y albergó actividades destinadas al Diario Oficial de la Federación. En los últimos años del siglo xx, sus fondos se reconfiguraron con la separación del Centro de Documentación de la Gestión Gubernamental, así como con la integración al acervo del periódico El Nacional, la revista Tiempo y la formación del Centro de Información Técnica Archivística (CITA).

Los esfuerzos de décadas de construcción archivística a nivel nacional han sido la base de nuevas conquistas que respaldan jurídica y materialmente la relevancia del AGN. A partir de la promulgación de la legislación federal en materia de transparencia, a la información y rendición de cuentas, así como la emisión por parte de la institución de normas para regular la labor archivística, se inauguró una etapa de nuevas conquistas. Las experiencias de leyes estatales allanaron el camino para la formulación de la Ley Federal de Archivos (2012) y su extensión a todos los niveles de gobierno con la Ley General de Archivos, aprobada en 2018, misma que sentó las bases jurídicas del Sistema Nacional de Archivos y dio al AGN mayor capacidad de agencia en el ámbito público. El reconocimiento de la centralidad de las labores de la institución ha conllevado la construcción de la infraestructura necesaria para cumplir con las metas de cara al siglo xxi, lo que implicó una renovación de la sede histórica y la construcción de nuevos edificios (2012-2018).

En la mudanza de Palacio de Comunicaciones a Lecumberri, los traslados paulatinos de documentos a los nuevos edificios se rigieron por una escrupulosa planificación para el mayor cuidado del patrimonio. Hoy, los más de trescientos fondos y los millones de  documentos que suman aproximadamente 56 kilómetros lineales se encuentran en depósitos especiales y los trabajos archivísticos especializados están equipados con la mejor tecnología para facilitar el acceso y la consulta a la ciudadanía.