La Pintura del siglo XIX

Un recorrido por movimientos y géneros

Retrato femenino (1856) de Joaquim Espalter i RullBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Retrato romántico

Joaquín Espalter Rull fue un destacado pintor de retratos de familias burguesas muy acorde con el gusto de la época. El retrato es quizás el género más brillante del momento. Aunque mantuvo la tradición idealizadora del clasicismo, el romanticismo, en su anhelo por plasmar la singularidad del individuo, tendió a la producción de imágenes amables, más elegantes que grandiclocuentes.

Contadino (1886) de Raimon Tusquets Maignon (1838-1904)Biblioteca Museu Víctor Balaguer

Escola de Roma

"Llegados al siglo XIX, el viaje a Italia, y especialmente a Roma –que se había convertido en uno de los mercados más apreciados–, continuará siendo una etapa obligada. Protagonistas de esta experiencia artística serán los pintores catalanes que, siguiendo la estela del pintor Marià Fortuny, entonces ya de fama internacional, se trasladarán a vivir a Italia. Ramon Tusquets, Enric Serra, Baldomer Galofre, Eliseu Meifren, serán algunos". Cristina Alcalde.

Busto de niña (1912) de Joan Brull i VinyolesBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Pintura simbolista

El Simbolismo en Cataluña fue la adaptación del movimiento artístico del mismo nombre de origen francés y belga. Los simbolistas de finales del siglo XIX y principios del XX consideraban el arte como una religión que tenía que salvar el hombre del materialismo burgués. Mujeres como ninfas, hadas, alegorías inconcretas... fueron generando un mundo de evasión. Se creó un tipo de figura femenina con un misterio que reside esencialmente en la factura brumosa, llena de matices.

Retrato de un botero de la Barceloneta (1890) de Dionís Baixeras i VerdaguerBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Costumbrismo

El interés por las costumbres y tipos populares ha sido una constante en la historia del arte. En el siglo XIX, y en especial con la llegada del romanticismo, este género se intensifica. El arte mira hacia el pueblo, el pasado, las costumbres. Durante el realismo se continúan reiterando retratos y escenas de un pintoresquismo amable, a veces incluso folclórico, alejado de cualquier intento de crítica social pero ejecutados con alta calidad técnica.

Paisaje con charcos (1884) de Eliseu Meifrén Roig (1859-1940)Biblioteca Museu Víctor Balaguer

Paisajismo

La “pintura del paisaje” o “paisajismo” es un género que vive un momento de esplendor en el siglo XIX con el aumento de la demanda por parte de la nueva clientela burguesa. Esta clase social en auge se identifica con su paisaje natural. Gradualmente los elementos de la naturaleza van cogiendo protagonismo en detrimento de la presencia de la figura humana.

Mar tempestuoso (1884) de Ramon Martí AlsinaBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Marinas

Hacia la mitad del siglo XIX el paisaje cobra su importancia como género pictórico de primera fila y dentro del paisaje, el subgénero de las marinas permite al pintor captar ese momento siempre variable del mar y el cielo. Ya con el romanticismo se deja de pensar en la naturaleza como algo dominado y se sienten atraídos por lo que el mar tiene de indomable. El artista realista será el primero en salir a tomar apuntes al natural. Los artistas catalanes plasmaran los mil rincones de su costa. protagonismo en detrimento de la presencia de la figura humana.

Retrato masculino (1881) de Josep Cusachs i CusachsBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Retrato naturalista

El género del retrato ha sido cultivado durante siglos con distintas tipologías y diferentes significados sociales. En el siglo XIX la consolidación de la burguesía como cliente produjo un aumento de su demanda. A lo largo de las últimas décadas del siglo el camino hacia el realismo y el naturalismo se advierte en muchos pintores que tienen como referencia indiscutible la tradición del Siglo de Oro. La presencia del retrato fotográfico afectará el oficio y determina cambios.

Paisaje con figura (1884) de Francesc Torrescassana SallarésBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Le Déjeuner sur l'Herbe

Le Déjeuner sur l'Herbe ("Almuerzo sobre la hierba" en francés) es el célebre cuadro pintado por el pintor impresionista Édouard Manet en 1863 donde sintetizó la escena tan aceptada de ocio burgués, hedonista y calmado. Ese ambiente ha sido recreado posteriormente por muchos pintores europeos. El entorno natural da pie a jugar con los efectos de la luz en el paisaje. El juego sutil de claros y oscuros demuestra las ventajas de la pintura al aire libre o "plein air".

Jerezano (1894) de César Alvarez DumontBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Exostismos

Surge a mediados del XIX un gusto por el exotismo. Todo el pasado desprende misterio, desde la antigua Grecia hasta la edad Media, que en el caso español tiene en los escenarios andaluces una abundante fuente de inspiración por las reminiscencias árabes. En la pintura se recogen arquitecturas de otras épocas, leyendas pasionales o personajes pintorescos donde la indumentaria tradicional tendrá un papel protagonista que ofrecerá vivaces paletas de colores y un resultado visualmente muy atractivo.

Calle (1909) de Joan Roig SolerBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Paisaje urbano

En el arte moderno los paisajes urbanos forman parte sustancial de la escena artística creando un subgénero dentro del paisajismo de raíz tradicional que quiere atrapar el entorno natural. Los pintores también se sientes atraídos tanto por los elementos innovadores de la ciudad moderna como por la poesía de núcleos menores que conservan el encanto de antaño. En el caso de las poblaciones del Mediterráneo el impacto de luz sobre las paredes blancas ofrece inmensas posibilidades cromáticas.

Desnudo (1885) de Juan Luna NovicioBiblioteca Museu Víctor Balaguer

Odaliscas

La palabra odalisca, del turco odalik, designa a una mujer del harén. la sociedad del XIX sintió fascinación por estos lugares de Oriente, de ahí que se hable en pintura de orientalismo como género. Las odaliscas suelen representarse recostadas voluptuosamente en un diván o sobre alfombras y almohadas con desnudos más o menos explícitos. Aparecen en la obra accesorios que portan ese toque oriental y exótico: velas, ropajes, abanicos, instrumentos.... Con gran precisión se reflejan las distintas texturas.

Créditos: reportaje

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