De viruela, inoculación y vacunación en la Nueva España

La viruela fue una enfermedad que azotó a la humanidad a lo largo de los siglos hasta su virtual erradicación en el mundo en 1980, después de intensas campañas de vacunación.

Representación de la llegada de los españoles a tierras prehispánicas de AnónimoArchivo General de la Nación - México

Hablar de los orígenes de la viruela es complicado porque hasta el momento no se sabe cuándo y en qué lugar del planeta comenzó. Sin embargo, a lo largo del tiempo tenemos testimonio sobre su facilidad de contagio y el temor que generaba su sintomatología.

Representación personas prehispánicas enfermas de viruela de AnónimoArchivo General de la Nación - México

Sus síntomas incluían el inicio de un ligero sarpullido que evolucionaba rápidamente a pústulas de un tamaño moderado con pus, las que al reventarse causaban dolor. Éstas tenían una facultad invasiva tan violenta que podían causar ceguera, además de que los pacientes experimentaban fiebre, cefalea y quedaban en estado de postración si la enfermedad los afectaba demasiado.

Litografía de Hernán Cortés de AnónimoArchivo General de la Nación - México

La viruela estaba restringida al viejo continente hasta que eso cambió con el período de conquista de América. Además de los saldos de la guerra en muertes, también se generaron varios afectados por las nuevas enfermedades que entraron en contacto con la población nativa.

Representación de la llegada de los españoles a tierras prehispánicas de AnónimoArchivo General de la Nación - México

En 1520, entre la población que desembarcó con Pánfilo Narváez y su tripulación se encontraba Francisco Eguia, un esclavo enfermo de viruela. Esta enfermedad se volvió crucial para la conquista del territorio puesto que se propagó rápidamente entre los indígenas debido a una serie de factores como la nula exposición previa al virus.

Mapa de la Nueva España y Luisiana de AnónimoArchivo General de la Nación - México

  A pesar de la derrota de los mexicas y el inicio del período colonial, la enfermedad no se detuvo, por el contrario, se esparció rápidamente a lo largo de la Nueva España con lo cual, además de generar numerosas muertes, se volvió una enfermedad endémica. Los brotes más agresivos rápidamente se convertían en epidemias, con zonas en el sureste constantemente afectadas.

Informe al virrey Branciforte sobre el registró el fallecimientos por viruela (1797) de Cura de la parroquia de San PabloArchivo General de la Nación - México

La epidemia de viruela de 1797 fue una de las más destacadas porque logró introducirse en la capital del virreinato. La población temía esta enfermedad fundamentalmente por los síntomas que se manifestaban.

Esta epidemia causó grandes estragos en la vida de aquellas personas. Por ejemplo, se informó al virrey, el marqués de Branciforte, que el cura de la parroquia de San Pablo registró el fallecimiento de 93 personas por causa de viruela, cuyos cuerpos fueron enterrados en dos diferentes lugares, mientras que otras 22 personas habían contraído la enfermedad. Así que se implementaron medidas restrictivas como cuarentenas y suspensión de actividades económicas y sociales.

Reporte de fallecimientos por viruela (1797) de Parroquia de Santa Cruz AcatlánArchivo General de la Nación - México

Los reportes constantes de fallecimientos y los lugares de enterramiento se encuentran en el patrimonio resguardado por el Archivo General de la Nación. Un ejemplo es la notificación que hizo el cura de la parroquia de Santa Cruz Acatlán por los quince fallecidos y su entierro en San Lázaro y en San Pablo en diciembre de 1797.

Informe al virrey Branciforte sobre el registró el fallecimientos por viruela (1797) de Cura de la parroquia de San PabloArchivo General de la Nación - México

Las parroquias fueron el principal mecanismo de organización y atención de la epidemia. Por ejemplo, la parroquia de San Miguel, además de informar del fallecimiento cotidiano de niños y adultos, notificó el fallecimiento y entierro de una doncella en sus inmediaciones a finales de septiembre de 1797. Las parroquias también fueron uno de los sitios habituales en los que se sepultaron a las víctimas.

Informes de control y medidas de entierros de enfermos de viruela (1797) de Parroquia de la Santa VeracruzArchivo General de la Nación - México

Además, se tomaron varias medidas para controlar la emergencia sanitaria: se cancelaron las fiestas patronales, los enfermos y personas cercanas se aislaban, los muertos se enterraban rápidamente y cualquier persona o cadáver con sarpullido era tratado como infectado. Los documentos de las parroquias permiten conocer el avance de la enfermedad, así como el control y medidas de seguridad, tal como la carta de octubre de 1797 de la parroquia de la Santa Veracruz que informó el pronto entierro de una bebé de dos meses y un joven.

Carta que informa como trasladar los cadaveres de muertos por viruela (1797) de Parroquia de San PabloArchivo General de la Nación - México

El conocimiento público de los efectos de la enfermedad alimentaba el temor. En 1797, el cadáver expuesto de un niño causó pánico intenso frente a un contagio. Por este motivo, los cuerpos de fallecidos se transportaban con la cara cubierta y las manos con guantes con el fin de no revelar la enfermedad por la cual perecieron, como permite saber una carta dirigida al virrey en agosto de 1797.

Informe de muertos y enterrados por viruela (1797) de Eugenio José GarcíaArchivo General de la Nación - México

Para octubre de 1797, la epidemia alcanzó tal magnitud que las parroquias perdieron capacidad de procesar la información. Una carta de Eugenio José García, párroco de Salto del Agua, permite saber que la enfermedad continuaba sin poder asegurar el número exacto de muertos y enterrados. Por lo tanto, la parroquia adoptó la práctica de ministrar los Santos Viáticos de cuanto enfermo tenían conocimiento, seguramente en la perspectiva de una muerte asegurada.

Informe de la Junta de Caridad para evitar la venta de ropa utilizada por los enfermos de viruela (1797)Archivo General de la Nación - México

Para el combate de la pandemia, el gobierno virreinal y las autoridades eclesiásticas sumaron esfuerzos con bandos, acuerdos y normas. El arzobispo de México informaba constantemente de las medidas tomadas para la atención de la epidemia y sus estragos. Una de ellas se observa en la carta que el arzobispo envió al virrey a mediados de noviembre de 1797 para informar que la Junta de Caridad buscó evitar la venta y empeño de ropa utilizada por los enfermos.

Grabado en propaganda de vacuna contra la viruela (1804) de Gaceta de MéxicoArchivo General de la Nación - México

Para atender la epidemia también se implementaron técnicas orientadas a fortalecer la resistencia de los cuerpos por medio de la inoculación, una medida previa al desarrollo de la vacuna. Consistía en empapar un pedazo de metal punzocortante, parecido a una flecha, con líquido de origen animal infectado con viruela. Con ello se generaba una respuesta similar a la enfermedad, pero de menor grado, lo que incluía las pápulas.

Tabla de inoculaciones realizadas en la Ciudad de México. (1797)Archivo General de la Nación - México

La inoculación logró disminuir las muertes y la propagación de la viruela. En el cuartel mayor de la capital se estableció una casa de inoculación como permite saber un informe de septiembre y octubre de 1797. Para el 21 de octubre, además de 1 908 enfermos y 98 fallecidos, había 728 inoculados distribuidos en los 8 cuarteles de la capital. Pero la inoculación tuvo un inconveniente: al ser preparada con sangre y pus, sin condiciones de conservación óptimas se echaba a perder, por lo que se desarrollaban infecciones y en algunos lugares favoreció la transmisión de la sífilis.

Escudo de Armas de la Isla Filipinas (1756) de AnónimoArchivo General de la Nación - México

El origen oficial de la vacuna se le atribuye a Edwar Jenner, quien perfeccionó la técnica de variolización o inoculación para pasar propiamente a considerarse como vacuna. Ésta consistió en pinchar la piel con una pequeña dosis del líquido de una linfa causada por la propia vacunación de un brazo anterior, de donde surgió el método de brazo a brazo. Tiempo después, a partir del trágico deceso de la hija del rey Carlos IV, se vacunó en todos los territorios del imperio a través de “La real expedición filantrópica de la vacuna” a cargo de Francisco Javier de Balmis.

Estudios sobre la vacunación de Francisco Javier de Balmis (1803) de Francisco Javier de BalmisArchivo General de la Nación - México

Desde España se enviaron materiales y medios para vacunar. Se transportó líquido vacuno y a los niños a quienes se inocularía la solución con el fin de conservar mejor la linfa en sus brazos. El camino fue difícil. 

Estudios sobre la vacunación de Francisco Javier de Balmis (1803) de Francisco Javier de BalmisArchivo General de la Nación - México

El virrey Miguel de la Grúa Talamanca se mostró escéptico con el método, aunque finalmente cedió a su aplicación. La campaña también enfrentó problemas de alcance. En julio de 1811, Balmis mencionó al Ciprián de Campeche la dificultad de vacunar la región central de Nueva España debido a la cantidad de población, en contraste con la zona costera donde fue más fácil.

Estudios sobre la vacunación de Francisco Javier de Balmis (1803) de Francisco Javier de BalmisArchivo General de la Nación - México

Balmis y sus ayudantes fueron muy disciplinados y exigentes consigo mismos para llevar a buen puerto la campaña de vacunación. Entregaban informes donde buscaban englobar las problemáticas y soluciones que habían encontrado.

Estudios sobre la vacunación de Francisco Javier de Balmis (1803) de Francisco Javier de BalmisArchivo General de la Nación - México

En esta carta firmada por Balmis se menciona el punto de partida de la campaña, sueldos, pagos, uso de personal y uniformes. El resultado fue el éxito total de la campaña.

Lista de vacunación de infantes (1803)Archivo General de la Nación - México

Una muestra más de la racionalidad orientada a la eficiencia y el compromiso de la expedición filantrópica se puede apreciar en las listas de vacunados. En ellas se registró información relevante de la población beneficiada. Este documento de 1803 es un fragmento de la lista de vacunación de infantes, se puede apreciar el mes, día, calle, número de atendidos, algunos nombres y el linaje en ciertos casos, así como otras observaciones. Así, se constituyó un precedente en los reportes de vacunación.

Lista de vacunación de infantes (1803)Archivo General de la Nación - México

Otra lista con la información organizada de la misma manera nos permite atestiguar el gran trabajo que representó llevar la vacuna a través del territorio virreinal. En este fragmento seguimos, como una suerte de bitácora, el itinerario de la expedición al consignar los meses transcurridos y el número de vacunados en cada informe. La vacunación ha sido central para el combate de las enfermedades a lo largo de siglos y el patrimonio documental nos recuerda el esfuerzo de la humanidad por garantizar la salud y el cuidado de la vida.

Créditos: reportaje

Referencias documentales:
AGN, Biblioteca-Hemeroteca Ignacio Cubas, Sahagún, Bernardino de. Códice florentino. México. [s.n.] s.f. 091.72/S131c.
AGN, Biblioteca-Hemeroteca Ignacio Cubas, Riva Palacio, Vicente. México a través de los siglos. [s.l.] [s.n.] s.f. F/972/R6166m.
AGN, Archivos Gráficos, Colección Mapas Planos e Ilustraciones Registro: 0197.2f.
AGN, Instituciones coloniales, Epidemias, vol. 1, 841/3, exp. 3.
AGN, Instituciones coloniales, Epidemias, vol. 3, 842/8, exp. 8.
AGN, Archivos Gráficos, Colección Mapas Planos e Ilustraciones Registro: 3185.
AGN, Instituciones coloniales, Epidemias, vol. 3, 842/8, exp. 4.
AGN, Archivos Gráficos, Colección Mapas Planos e Ilustraciones Registro: 4886.
AGN, Instituciones coloniales, Epidemias, vol. 14.
AGN, Instituciones coloniales, Epidemias, vol. 16. 

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