Cuetzalan: Cooperación, variedad y naturaleza

Existe una leyenda que cuentan los totonacos en la que cuatro danzantes -de esos conocidos como voladores- y su capitán estaban en el mástil, ahí en lo alto. De repente, los llevaron al cielo, junto con sus cuerdas y artefactos. Pasaron los días hasta que regresaron volando como aves, pero no pudieron posarse en este palo pues ya lo habían retirado. Se cree que durante las fiestas este no puede quitarse de inmediato, por si esto vuelve a pasar.

En Cuetzalan uno puede sentirse pájaro y danzante a la vez: se está entre nubes y paisajes húmedos, uno escucha al viento soplar con otros sonidos. Su nombre proviene de los vocablos cuezali, que significa "pájaro colorado" y la preposición tlán, que significa “lugar”. En este sentido, puede definirse como el "lugar donde abundan los pájaros colorados", de acuerdo a lo que el lexicógrafo Rémi Siméon documentó en el Diccionario de la Lengua Náhuatl o Mexicana. Es común escuchar conversaciones de las aves mientras te quedas en silencio.

También es habitual escuchar a la gente hablar en náhuatl y en español en este poblado de la Sierra Norte de Puebla, entre sus calles irregulares y en diferentes veredas.

En su tianguis dominical, de origen prehispánico, sigue vigente el trueque y la llegada de alimentos de comunidades cercanas, es fundamental para conocer una Puebla más profunda y variada, esa que en las urbes del estado a veces se desconoce.

Una iniciativa ejemplar que tiene sede en Cuetzalan es la cooperativa Tosepan Titataniske que se distingue por la auto gestión de mujeres y hombres nahuas.

El Movimiento Cooperativo Indígena de la Sierra Norte de Puebla inició en 1977 y se formalizó en 1980 con la constitución de esta comunidad, que es un ejemplo de perseverancia y orgullo. “Tosepan Titataniske” quiere decir “unidos venceremos” en náhuatl.

Además de funcionar como propuesta turística independiente, acopian, procesan y comercializan productos como café, pimienta y miel, con los que generan ingresos de manera regular.

Incursionaron en servicios financieros a fin de tener capital propio y han creído en el ecoturismo gestionado por su comunidad.

La zona arqueológica cercana a Cuetzalan es Yohualichan, “La casa de la noche”, su importancia está en que fue el primer asentamiento totonaco que vivió su apogeo y desarrollo alrededor del 600 de nuestra era hasta el abandono del sitio para emigrar a lo que hoy se conoce como el Tajín, según información del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

En este destino habita la herencia, pero sobre todo la riqueza del presente, que radica en la organización social y el respeto al medio ambiente.

Llegar a Cuetzalan es abrir los ojos a una Puebla serrana y con una cultura honda, intrínsecamente ligada a la naturaleza y a sus procesos y bondades.