Esta obra es un ejemplo de la iconografía clásica de la Virgen con el Niño, en la cual la virgen María sostiene al niño Jesús en su regazo. Ambos aparecen sosteniendo un rosario en una composición exquisitamente simple.

La Santa Virgen y el Niño Jesús aparecen frente a San Simón en una obra que sigue la tradición de la iconografía religiosa dedicada a retratar las visiones de los santos. Se presume que esta obra es una copia de las estampitas flamencas o italianas.

En esta interpretación de la Inmaculada Concepción, la Virgen aparece rodeada de nubes y está parada sobre una luna en cuarto creciente. Catorce querubines le presentan diversas ofrendas, como una hoja de palma y un lirio. Esta pintura perteneció a la familia Power, cuyo descendiente, Ramón Power y Giralt, se convirtió en el primer puertorriqueño en representar a la isla en las Cortes de Cádiz (1810-1813).

Aquí, Santa Teresa de Jesús es retratada como la Doctora de la Iglesia y escribe bajo la inspiración del Espíritu Santo, representado por una paloma blanca. La obra es un retrato, no una copia, de una estampita. Para crear este retrato, Campeche usó la descripción de los rasgos de la santa por parte del fray Diego de Yepez, el confesor de la monja.

Esta es una representación de San José sosteniendo la mano del niño Jesús. En la mano izquierda, lleva un bastón con flores en el extremo superior. Además, el artista agregó otros símbolos religiosos, como la cruz, que es transportada por querubines.

En esta versión de La Piedad, la Virgen aparece con la cabeza de Cristo muerto sobre las rodillas y, a la derecha, se ve la ciudad amurallada de Jerusalén. Esta composición es una copia de una estampita, en la que aparece Cristo cuando lo bajan de la cruz.

Campeche pinta una versión de La Virgen de la Merced en una composición que incluye dos figuras arrodilladas, un hombre libre y un prisionero encadenado, de cada lado de la Santa Madre, que reciben un escapulario del Niño Bendecido y de la Madre, respectivamente.

La Virgen sostiene al Niño Jesús en su regazo y tiene un halo de doce estrellas que le coronan la cabeza. La pintura, que es una copia de una estampita, lleva la siguiente firma: "José Campeche p.t 1793".

Campeche representa a la Santa Madre de un modo que ratifica los valores de la modestia que eran comunes en esa época, porque cubre el seno de la Madre que amamanta con una "tela de pureza". Durante toda su carrera, el artista reprodujo esta imagen muchas veces, ya que estas obras específicas eran consideradas milagrosas, y los devotos se la encargaron en numerosas oportunidades.

Una pieza increíblemente dramática: la Virgen María y San Juan Bautista están de pie a cada lado de Jesús, mientras que María Magdalena, visiblemente afectada, se aferra a la cruz.

Campeche representa a San Juan Bautista como un joven pastor que sostiene una cruz con la mano izquierda y una valva con la mano derecha. En primer plano, podemos ver un cordero, que simboliza al Agnus Dei o Cordero de Dios.

Esta escena fue compuesta durante una de las visitas de Oller a Francia. En toda esta obra, Oller juega con una amplia gama de verdes en la vegetación y de rojos en el tejado de la casa; una paleta resaltada por la luz natural pura que baña la escena que eligió representar.

La decisión detrás del tema elegido por el artista se vio considerablemente influida por la estadía de Oller en Madrid, España. En la obra, se ve a una mujer a caballo que flamea una capa roja para provocar a un toro.

En este paisaje, Oller representa la topografía rural de la isla a través de una pintura matizada con algunos detalles interesantes, como la pequeña casa del fondo y los senderos que llevan a la cima de la colina, los cuales dan lugar a una rica composición.

Oller ejecuta una exquisita naturaleza muerta que presta particular atención a los detalles. En esta obra, podemos ver cómo Oller domina el género: desde la precisión con la que representa los trozos de la cáscara de la piña sobre el mantel blanco, hasta la sombra de la botella de vino.

Es su hábil uso de la luz lo que hace resaltar la textura de la fruta en esta pieza. Entre las frutas elegidas para la composición está el mamey, una fruta nativa del nuevo mundo, que el artista muestra cortada en rodajas con cáscara.

Esta es una obra sin terminar de Oller, que consta de un simple dibujo esquemático de una persona. La importancia de su obra recae en la oportunidad que ofrece de estudiar el proceso creativo del artista.