La moda en la colección Franz Mayer

El interés por la vestimenta existe desde las civilizaciones antiguas. A lo largo de la historia, distintas culturas procedentes de todos los rincones de la Tierra han utilizado el vestido como una expresión estética en lo colectivo y en lo particular. En la rutina diaria del ser humano la acción de vestirse juega un papel protagónico.

El contraste entre lo cotidiano y lo peculiar es lo que hizo que la moda llamara la atención y al patrocinio de un repertorio amplio de nobles, comerciantes, fabricantes, artesanos, académicos y militares. Su carácter multidisciplinario e interdisciplinario dio pie a un vasto número de avances industriales y sociales. Su alcance y capacidad de expandirse puso en marcha una serie de cambios profundos en la manera de vivir, trabajar y consumir.

Isabel de Medici (1545/1607) de Alessandro Allori "El Bronzino"Museo Franz Mayer

Isabel de Médici

Alessandro Allori (Florencia, Italia, 1535-1607)

Durante el siglo XVI la moda fue dictada por las cortes europeas —principalmente las de Italia, Francia, Alemania, Inglaterra y España. 

Elementos característicos en la indumentaria de ciertas naciones eran evidentes para la población de la época. Las cortes buscaban diferenciarse conforme al estilo de sus émulos.

Isabel Clara Eugenia (1670) de Seguidor de Alonso Sánchez CoelloMuseo Franz Mayer

Isabel Clara Eugenia

Isabel Clara Eugenia de Austria, hija de Felipe II de España, fue soberana de los Países Bajos, territorio que gobernó de 1621 hasta su muerte en 1633. Este retrato corresponde a sus años como infanta de España.

Luce una saya de mangas en punta —lujosa y elegante prenda compuesta por dos piezas separadas confeccionadas con la misma tela: un cuerpo y una falda con cola— con un espléndido brocado tejido con hilo de oro, ataviada con joyas y piedras preciosas.

 En el pecho porta un broche que perteneció a su madre, Isabel de Valois, y entre sus dedos muestra un camafeo con el retrato de Felipe II.

Las lechuguillas —enormes "cuellos" de encaje— obligaron a las mujeres a construir sus peinados hacia arriba, predominando el cabello rizado. Solían recurrir a postizos y a un soporte de alambre llamado jaulilla. 

El peinado de Isabel Clara Eugenia fue complementado con perlas, plumas y un broche que pertenecía a Ana de Austria, reina consorte de España y cuarta esposa de Felipe II.

Retrato de dama (1600/1690) de Círculo de VelázquezMuseo Franz Mayer

Esta obra nos permite aproximarnos a las costumbres y a la moda en España durante el reinado de Felipe IV.

La dama retratada en esta obra porta una prenda interna característica de este periodo, el guardainfante —un soporte hueco sobre el que se apoyan las faldas.

Se le considera sucesor del verdugado, que las mujeres españolas convirtieron en un complicado armazón con aros de madera, alambre o hierro unidos entre sí con cintas o cuerdas que se completaba en la parte superior con mimbre o crin para enfatizar las caderas.

En la parte alta, el torso queda totalmente aplastado por una cotilla de ballenas o corsé. En el exterior, viste una saya de brocado negro compuesta por una falda y una casaca abotonada con mangas abullonadas y encaje blanco en puños y cuello.

Buscando simetría entre la cabeza y el cuerpo, el cabello fue liberado y adquirió volumen. A este peinado hecho a base de caireles y tirabuzones decorados con lazos y joyas se le conoció como peinado de guardainfante.

Retrato de Matías de Médici (1630) de Justus SustermansMuseo Franz Mayer

Esta obra presenta a Matías de Médici, hijo de Cosme II y de María Magdalena de Austria.

Viste una elegante armadura de acero pavonado con remaches dorados, sombrero de ala ancha ladeado con una pluma roja, un cuello de encaje, unos guantes de cuero y una banda militar bordada con hilos metálicos.

A medida que el siglo XVII avanzó, el uso de la armadura disminuyó. La eficiencia en las armas de fuego fue en aumento, dando lugar a uniformes militares más livianos y sintetizando la armadura en una simple coraza.

Damas con sirvientas (1657/1700) de Lancelot VoldersMuseo Franz Mayer

Durante la segunda mitad del siglo XVII la vestimenta femenina pasó de una estructura rígida a una más laxa, con siluetas básicas más naturales, sobrias y elegantes.

En esta obra observamos a cinco mujeres, dos de ellas portan vestidos de telas satinadas y, mientras una sostiene en brazos un perrito, la otra se arregla ante el espejo de su tocador.

Las otras dos mujeres, vestidas de colores sobrios, son las doncellas que asisten a las jóvenes en su arreglo personal. La tercera se pierde entre las cortinas de la cama.

Las dos jóvenes de vestidos satinados llevan corpiños entallados, mangas abullonadas en dos partes marcadas por lazos y faldas de cola holgadas.

Las dos llevan un peinado con elaborados rizos que enmarcan sus rostros y cuelgan en el hombro. La doncella que sostiene el collar lleva un cuello blanco de hombros caídos y cubre su cabello con una cofia (gorro) y un manto negro.

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