La lucha libre es drama, sus historias son mitos, y sus luchadores... leyendas.

El romance eterno entre los mexicanos y las luchas floreció en 1863 cuando Enrique Ugartechea, el primer luchador mexicano, inventó este deporte inspirado en la lucha grecorromana.

La máscara en la lucha libre no solo oculta una identidad, sino que representa un enigma, un símbolo. Detrás de cada una, un guerrero lucha en el ring y se cimenta en el imaginario colectivo popular.

Cada lucha es una historia, es un duelo: un enfrentamiento entre héroes y villanos, donde la técnica y la acrobacia se entrelazan con la narrativa de la batalla entre el bien y el mal.

Nada emociona más al público que un duelo máscara contra máscara, legado contra legado. Para algunos, perder la máscara puede significar el fin de su carrera, para otros un nuevo comienzo. Lo que es seguro es que es un evento cargado de significado cultural.

La lucha libre es patrimonio cultural de la Ciudad de México, es un arte que trasciende el deporte, capturando la imaginación de generaciones y reflejando la cultura popular de México en sus personajes y colores.

Los luchadores no son solo de carne y hueso; sino que sus hazañas viven en los juguetes tradicionales de México, con los que miles de niños han crecido y enriquecido su imaginación.

Cada golpe, cada salto y cada llave  cuentan una historia. Es un espectáculo que entretiene, inspira y une, un espejo de la vida misma con sus luchas y triunfos.

Algunos luchadores como 'El Santo' o 'Blue Demon' han incluso trascendido el cuadrilátero y el tiempo al convertirse en héroes de la pantalla de grande y en íconos culturales.

Las nuevas generaciones de luchadores llevan adelante la tradición, combinando el respeto por el pasado con nuevas ideas que mantienen vivo el espíritu de la lucha libre y preservan su cultura.

El béisbol es uno de los deportes más populares en México. De manera anecdótica, algunas crónicas históricas cuentan que el primer juego de béisbol en el país se llevó a cabo durante la guerra contra los Estados Unidos en 1847.

En aquella época, soldados estadounidenses que se enfrentaban al ejército mexicano en las inmediaciones de Xalapa capturaron la pierna de madera de Antonio López de Santa Anna cuando éste se retiraba del campo de batalla y la utilizaron como bate en sus momentos de ocio.

Pero fue hasta finales del siglo XIX cuando este deporte comenzó a practicarse en diferentes regiones de la República, gracias a la influencia de marineros y trabajadores provenientes de los Estados Unidos, quienes enseñaron las reglas del juego a los pobladores locales.

Aunque diversas fuentes adjudican la cuna del béisbol en México a regiones como Guaymas, Sonora, Nuevo Laredo, Tamaulipas y Cadereyta Jiménez, Nuevo León, no fue sino hasta 1887 cuando se registró en la capital de la República la fundación de un equipo de béisbol: el Club México

Estos equipos se enfrentaron en un partido que se consideró como el primer juego de béisbol en México documentado, el cual tuvo lugar en 1899. A partir de entonces, se fundaron equipos y ligas locales en distintas regiones de la República Mexicana.

En ciudades como Monterrey, Torreón, Hermosillo y Guaymas en el norte del país, así como Veracruz, Yucatán y Oaxaca en el sur, este deporte alcanzó gran popularidad y se convirtió en uno de los más practicados por la juventud.

Durante el proceso de la Revolución Mexicana, el béisbol experimentó un estancamiento en su desarrollo debido a la disminución de promotores e inversores como resultado de la convulsión política y social.

No obstante, el deporte continuó siendo practicado de manera cotidiana en los llanos de la capital de forma amateur, así como en los campos universitarios, donde se estableció una Liga de Escuelas Profesionales que mantuvo vivo el entusiasmo deportivo.

Hacia 1916, el béisbol en México recibió un nuevo impulso una vez que la situación política del país comenzó a normalizarse, tras el triunfo militar de la facción carrancista en el conflicto armado.

Promotores y cronistas deportivos tomaron la iniciativa de reorganizar el béisbol y establecer una asociación capaz de regular y organizar los juegos en la capital, con el objetivo de profesionalizar su práctica.

En 1917, a iniciativa del periódico "El Universal", se creó en la capital de la República la Liga France, un primer intento de institucionalizar el deporte que no prosperó, aunque logró despertar nuevamente el interés de los promotores y empresarios.

En 1925, por iniciativa de los promotores Alejandro Aguilar Reyes "Fray Nano" y Ernesto Carmona, se fundó la Liga Mexicana de Béisbol, el primer circuito profesional que agrupó a 6 clubes del país, provenientes de Veracruz, Guanajuato, Puebla y la Ciudad de México.

A medida que ha evolucionado nuestra comprensión de nuestra propia humanidad, también ha cambiado la forma en que el arte captura la magia y el espíritu del deporte.

Pietro Bazzanti, con su obra 'Los Luchadores', inmortalizó en piedra la esencia del deporte y el hombre, a través de una representación artística naturalista que captura el verdadero ser de los atletas y su esfuerzo físico.

Bazzanti capturó magistralmente un instante eterno, en el que se aprecia a la perfección el físico de los luchadores y rinde homenaje a la belleza del cuerpo humano.

El naturalismo no es el único enfoque artístico que se ha adoptado a la hora de retratar el deporte. Con su estilo impresionista, Auguste Rodin logró plasmar extraordinariamente en bronce la esencia de un atleta, casi medio siglo después de Bazzanti.

A diferencia de los luchadores, 'El atleta' de Augusto Rodin, captura al deportista en calma, reposando en una banca. El estilo impresionista de aglomerar capas de material en la escultura refleja la construcción de un cuerpo perfecto, una unión entre arte y deporte.

Esta magnífica escultura fue inspirada por el físico del atleta Samuel Stockton White III, quién ganó la medalla Sandow en 1899, destinada al hombre más fuerte  y perfectamente desarrollado del Reino Unido.

Los deportes de equipo son plasmados en representaciones artísticas que crean un mosaico de diversos momentos únicos, recreando una historia en el cuadro.

Contrario al naturalismo, la belleza del impresionismo se hace más evidente cuanto más alejado estamos de la obra para apreciarla.

Luis Améndolla captura en su obra 'Béisbol' uno de los momentos más tensos de cualquier partido: un lanzamiento a primera base. En contraste con la estética de Bazzanti y Rodin, que capturan momentos estoicos, esta pintura transmite movimiento e inercia.

Améndolla busca plasmar el realismo del deporte, no a través de la perfeccción física de los atletas, sino al retratar los momentos que convierten al deporte en mito y a sus jugadores en leyendas.

Las leyendas del deporte no existen sin sus fanáticos. Son su devoción, sueños, emociones y lágrimas lo que aviva la pasión por el deporte. En esta obra, Améndolla nos muestra la fuerza de un sueño.

La grandeza del deporte se encuentra en los momentos que lo definen. Esta obra creada para celebrar la Copa Mundial de la FIFA México 1970, busca inmortalizar un momento, al igual que la escultura de Bazzanti.

La obra tiene un tinte más naturalista que la estética de Améndolla. Sin embargo, se busca capturar la lucha interna del deportista en las expresiones de los rostros.

Esta obra conmemora por siempre el espíritu y corazón de la selección brasileña campeona del Mundial del 70.

No todo en el deporte son momentos épicos y exhibiciones de esplendor físico. El deporte también es objeto de risas y situaciones chuscas que raramente son inmortalizadas.

En la obra 'Ponchador Ponchado', Luis Améndolla explora con humor, una tragedia que podría ocurrirle a cualquier pícher.

Esta obra captura las intensas emociones que el deporte evoca en los atletas, retratando los debates y conflictos comunes entre contrincantes y compañeros de equipo.