Juan Bustillo Oro. Vida Cinematográfica

Conoce la obra de esta figura imprescindible del cine mexicano a través de sus películas, sus imágenes y sus propias palabras.

Escena final de la película "Dos monjes" (1934) de Agustín Jiménez EspinosaFundación Televisa / Exposiciones

En 1984, Juan Bustillo Oro (1904-1989) publicó sus memorias bajo el amparo de la Cineteca Nacional. Con el título Vida Cinematográfica, el director mexicano relató sus andanzas durante 38 años por la industria de nuestro país.  En Fundación Televisa nos sentimos muy orgullosos de colaborar con este homenaje a la programación del FICM y de invitar al público a conocer la obra de un personaje imprescindible de nuestro cine a través de sus películas, sus imágenes y su propia voz. 

El presente texto es una edición libre y condensada de sus memorias.

Escena de "Dos monjes" (1934) de Agustín JiménezFundación Televisa / Exposiciones

El cine nació a mediados de la última década del siglo XIX. Yo, a mediados de la primera del XX, menos de diez años después. Por ser mi padre administrador del teatro Colón, la diversión casi única de mi familia, en la comodidad de la entrada gratuita, era la asistencia a ese lugar que yo tenía por maravilloso.

Joaquín Busquets en "El misterio del rostro pálido" (1935) de Gabriel D. RosasFundación Televisa / Exposiciones

Cuando me reveo en perspectiva, me doy cuenta de que me escindí en dos personas que crecieron paralelamente en dos escuelas. Una la de las aulas, por las que discurrí hasta hacerme abogado, según la empeñada voluntad de mi padre. La otra, los teatros en los que, sin darme cuenta, se construyó en mí el hombre cinematográfico.

Natalia Ortiz, Enrique Herrera y Antonio R. Frausto en "Cada loco con su tema" (1939) de Isaías Corona VillaFundación Televisa / Exposiciones

Mi padre, como administrador, tenía un pequeño porcentaje en las entradas. Desde el primer momento nos vimos en casa a merced de las veleidades de nuestra señora la taquilla. Si se mostraba favorable, nos llegarían hasta pasteles de El Globo. Si desfavorable, nos amenazaban el corte de luz y el lanzamiento del hogar. 

Joaquín Pardavé y Wilfrido Moreno actuando frente al equipo de filmación de "Cada loco con su tema" (1939) de Isaías Corona VillaFundación Televisa / Exposiciones

¡Cuántas cosas de mis películas se explican, para bien o para mal, por esa completa sumisión que me fue impuesta desde mi infancia! Doce años duró mi constante asistencia al Colón recibiendo abundantísima enseñanza.

Cartel de "En tiempos de la inquisición", Autor no identificado, 1946, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Equipo técnico y artístico de "En tiempos de la inquisición", Fotógrafo no identificado, 1946, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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La actriz Consuelo Frank en una escena de "Monja, casada, virgen y mártir" (1934) de Agustín Jiménez EspinosaFundación Televisa / Exposiciones

Un día, acompañado por mis hermanos y una sirvienta fui a los puestos del Día de Muertos que se instalaban en Hombres Ilustres, me solté de la cadena de manos que nos unía y me perdí. Caminé buscando a mi gente y di con una construcción misteriosa. Era el Pabellón Morisco. Alguien sacó un boleto y abrió la cortina para entrar. 

Impreso publicitario de la segunda versión de "México de mis recuerdos", Autor no identificado, 1965, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Sofía Álvarez y Joaquín Pardavé en un impreso publicitario de "México de mis recuerdos", Autor no identificado Foto: Isaías Corona Villa, 1944, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Escena de "En tiempos de don Porfirio", Isaías Corona Villa, 1939, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Fernando Soler, Fernando Soto "Mantequilla" y Joaquín Cordero en "Así amaron nuestros padres", Rafael García Jiménez, 1964, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Joaquín Pardavé y Fernando Soler en una escena de "México de mis recuerdos" (1944) de Isaías Corona VillaFundación Televisa / Exposiciones

Entre la rápida separación del cortinaje se reveló el cintilar de una proyección cinematográfica. Me quedé de una pieza, olvidé todos mis terrores y me puse a espiar a quienes compraban boletos, para sorprender, cuando entraran, un fugaz pasaje de la película. La emoción que allí recibí me agarró por el cogote para siempre.

Escena de la película "Lo que va de ayer a hoy" (1945) de Leo Matiz EspinozaFundación Televisa / Exposiciones

Al cumplir dieciséis años mis padres se alarmaron por mi creciente afición al teatro, me querían respetado, con un título universitario, y no de vago bohemio, pasando hambres y menosprecio. 

Mapy Cortés en una escena de "Las tandas del Principal" (1949) de Fotógrafo no identificadoFundación Televisa / Exposiciones

Yo me inclinaba más al cine pero como por entonces no había industria en nuestro país, me desahogaba en mis ensayos teatrales. Escribí una revistilla, Kaleidoscopio, para la compañía de María Conesa que se estrenó en el Colón.

Ernestina Garfias en "Los valses venían de Viena y los niños de París", Gabriel Torres G., 1965, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Juan Bustillo Oro y Ernestina Garfias durante el rodaje de "Los valses venían de Viena y los niños de París", Gabriel Torres G., 1965, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Sara García y Fernando Soler en una escena de "Cuando los hijos se van", Isaías Corona Villa, 1941, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Matilde Palou y Fernando Soler en una escena de "Cuando los padres se quedan solos", Fotógrafo no identificado, 1948, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Cartel de la película "No basta ser charro", Autor no identificado, 1945, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Jorge Negrete y Lilia Michel en "No basta ser charro", Isaías Corona Villa, 1945, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Juan Bustillo Oro, Amanda Ledesma, persona no identificada y Jorge Negrete durante la filmación de "Cuando quiere un mexicano" (1944) de Manuel Álvarez BravoFundación Televisa / Exposiciones

Al año siguiente dos nuevas revistillas y un sainete. El cine era cosa de seres mitológicos. Cuando me enteré de la existencia de los primeros “estudios” profesionales, mi corazón se agitó. Llegué a Revillagigedo, decidido a meterme en ese templo y ver el milagro de cerca. Me despidieron con tan malos modos que ya no me atreví a aproximarme. 

Cartel de "Canaima" (1945) de José Espert ArcosFundación Televisa / Exposiciones

En las postrimerías de 1926, procedí a escribir un guion, aleccionado por mis años como espectador. Se tituló Yo soy tu padre. Mi sueño no pasó de un intento más o menos afortunado. Todos los distribuidores dijeron lo mismo: “¿Una película nacional? ¡Ni hablar! Eso era material ‘apestoso’ en el mercado mexicano”.

Personal técnico y artístico de "Canaima", Rafael García Jiménez, 1945, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Alfredo Varela Jr., Jorge Negrete y Bernardo San Cristóbal en "Canaima", Rafael García Jiménez, 1945, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Susana Freyre y Pedro Armendáriz en "La loca de la casa" (1950) de Autor no identificadoFundación Televisa / Exposiciones

Mi padre, con arrojo, un tanto viciado por el afecto paternal, decidió estrenar la cinta con carácter de “exclusiva”. Nunca había tenido ingresos más pobres. Me refugié en mi propósito de satisfacerlo, resuelto a llevar con buen ánimo la cárcel de la abogacía. 

Enrique Herrera y Leopoldo Ortín en una escena de "Caballo a caballo" (1939) de Isaías Corona VillaFundación Televisa / Exposiciones

Inesperadamente cambió la política por el asesinato del general Obregón. Con mis amigos más íntimos me entregué al vasconcelismo. Llegaron las elecciones y las muchedumbres vasconcelistas fueron sometidas a sangre y fuego. Los no asesinados nos vimos en proscripción. 

Joaquín Pardavé en "El sombrero de tres picos" (1943) de Rafael García JiménezFundación Televisa / Exposiciones

Un buen día, reencontré a Mauricio Magdaleno, otro pájaro de la derrota y ave nocturna de las cuevas escénicas. Decidimos intentar un teatro de sentido social, antiburgués y revolucionario. Lo titulamos Teatro de Ahora. Narciso Bassols nos apadrinó desde la Secretaría de Educación y nos cedió el caduco teatro Hidalgo.

Impreso publicitario de "Ahí está el detalle", Autor no identificado, 1940, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Sara García y Mario Moreno Cantinflas en una escena de "Ahí está el detalle", Isaías Corona Villa, 1940, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Germán Valdés 'Tin Tan' en "Las aventuras de Pito Pérez" (1956) de Fotógrafo no identificadoFundación Televisa / Exposiciones

La producción cinematográfica continuaba creciendo en México. El primer script al que le metí mano fue Tiburón. Sus representaciones en el Teatro de Ahora habían sido muy celebradas. La Industrial Cinematográfica accedió a filmarlo. Me envalentoné y exigí la dirección. Fue en vano. Allí estaba Ramón Peón que venía de Hollywood, venir de Los Ángeles era para los de México como patente de doctorado en cine. La cinta fracasó. 

Alfredo Varela Jr., Julián Soler y Manolo Fábregas en "Mil estudiantes y una muchacha" (1941) de Isaías Corona VillaFundación Televisa / Exposiciones

Ya para entonces había alistado un nuevo guion, El compadre Mendoza, una novela corta de Mauricio Magdaleno. Mauricio se negó a trabajarlo conmigo, más no se opuso a que utilizara su narración. El productor consideró indispensable la dirección de Fernando de Fuentes. Me negué rotundamente. Yo tenía a mi guión por la llave maestra para hacerme director. Fernando acudió a nuestra vieja amistad para que le cediera la realización. Me sometí con harto dolor.

Alfredo Varela Jr., Manuel Palacios Manolín y Agustín Isunza en una escena de "Fíjate que suave" (1947) de Isaías CoronaFundación Televisa / Exposiciones

En ese mismo 1934, un joven productor peruano, Jorge Pezet, quería una historia de horror. Fernando era muy poco amigo de fantasmagorías y recurrió a mí. Yo sí tenía cierto gusto por lo quimérico, incluyendo lo terrorífico. Me incliné por una historia sencilla pero que huía de los lugares comunes. De Fuentes dirigió sin mucha fantasía pero con buen gusto y acierto dramático El fantasma del convento. 

Impreso publicitario de "El ángel negro", Autor no identificado, 1942, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Isabela Corona y Max Langer en un still intervenido de la película "El ángel negro", Fotógrafo no identificado, 1942, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Arturo de Córdova en "El hombre sin rostro" (1950) de Fotógrafo no identificadoFundación Televisa / Exposiciones

Mis frustraciones como director me minaron y me dediqué a vago de café. Un día, como a las once de la noche, surgió a nuestro lado un tipo extraño: “¿Es usted Bustillo Oro? Me apellido San Vicente. Mi hermano va a producir una película. Todo está dispuesto. El dinero en el banco, el argumento listo, el reparto y los técnicos contratados. ¿Quiere usted dirigirla?” 

Escena final de "La huella de unos labios" (1951) de Eduardo GuerreroFundación Televisa / Exposiciones

De pronto se me ocurrió que mis íntimos me jugaban una broma de mal gusto. Todos conocían mi desmedido afán. Nada tenía de amistoso tomarlo a chunga. “Acepto” le dije. Me tendió un cuaderno que sacó del bolsillo. Eché un vistazo, tenía un título: Dos monjes. ¿Cómo podía caerme del cielo una dirección que no me fue posible conseguir con tantos desvelos? Lo importante era la oportunidad. 

Rosario Granados y Gustavo Rojo en un escena de "La huella de unos labios" (1951) de Eduardo GuerreroFundación Televisa / Exposiciones

Necesitaba saltar de modo llamativo al mundo de la dirección. Por la noche se me encendió el chispazo salvador. Le daría clima irreal, haciéndola entrar en un ambiente expresionista. A mediados de septiembre de 1934 di la primera voz de ¡cámara! como realizador en el cine sonoro. A Dos monjes le corresponde el número 1 en mi lista como realizador y el 44 de la producción nacional.

Manolo Fábregas y otros en una escena de "El asesino X" (1954) de Samuel Tinoco TorresFundación Televisa / Exposiciones

Después de narrar sus inicios en el cine, Bustillo Oro rememora con la misma sabrosura las circunstancias que envolvieron a cada una de sus 58 películas —entre ellas importantes éxitos como: Huapango (1938), Ahí está el detalle (1940), México de mis recuerdos (1944 y nuevamente en 1963) y El hombre sin rostro (1950)—, hasta llegar a su última producción.

Rosario Granados, Manuel Arvide y Manolo Fábregas en "El medallón del crimen (El 13 de oro)" (1955) de Fotógrafo no identificadoFundación Televisa / Exposiciones

Ya casi extinguido en mí el hombre cinematográfico, filmé Los valses venían de Viena y los niños de París. Al entrar en cada locación me acometía un extraño cansancio. Mi pasión por la artesanía cinematográfica había perdido su goce. Nuestra última jornada fue nocturna. Se interrumpió la filmación para cenar. Me fui con mi esposa Marina y tomando el café se me levantó una decisión. “Esta madrugada, Marina, presenciarás mi fin como director”. 

A las dos y veinte de la mañana, ya corriendo el jueves 8 de abril de 1965, di la voz de corte para la última escena de mi vida. No quise enterarme de los resultados de taquilla ni de la opinión de la prensa. Ya estaba yo realmente ausente de mi profesión. Durante los años siguientes disfruté de un sosiego desconocido. Curado de todo afán, me ganó el deseo de recapitular mis trabajos. Y, entre otras cosas, escribí este libro ocioso.

Fechado el 23 de septiembre de 1982.

El director Juan Bustillo Oro, el cinefotógrafo Ezequiel Carrasco, el actor Manolo Fábregas y otros durante la filmación de "Del brazo y por la calle", Fotógrafo no identificado, 1955, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Manolo Fábregas y Marga López en una escena de "Del brazo y por la calle", Fotógrafo no identificado, 1955, De la colección de Fundación Televisa / Exposiciones
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Créditos: Historia

La exposición fotográfica Juan Bustillo Oro. Vida cinematográfica se presenta en la 19a edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), octubre de 2021. 
Investigación, curaduría y textos: Héctor Orozco.
Archivo: Gustavo Fuentes.
Digitalización y edición de imágenes: Omar Espinoza.
Exposición digital: Cecilia Absalón Huízar.

Créditos: todo el contenido multimedia
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